10-10-2014. Palacio de deportes Marrtín Carpena.
Texto y Fotos: Miguel Angel Barba
Si bien es cierto que llevan 47 años repitiendo una misma fórmula, ésta sigue funcionando, no en vano se trata de la fórmula de la felicidad. ¡¿Que no la han conseguido? Aun pueden adquirirla en la mesa instalada en el hall del teatro!
Quienes renovaron el sentido del término luthier a mediados de la década de los sesenta, con su aspecto sobrio, elegante y algo circunspecto, ha conseguido con su Lutherapia volver a imprimir el sello Les Luthiers.
El estilo que ha superado y sobrevolado modas y cambios de fórmulas musicales y teatrales se reinventa. Lutherapia vuelve a hacer relucir el ingenio, el virtuosismo compositivo, el dimorfismo musical que estos grandes creadores han sido capaces de sustentar y llevar durante más de cuatro décadas por medio mundo.
Creadores no solo musicales, sin necesidad de vestuarios, cambios escenográficos o recursos escénicos extraordinarios -salvo sus instrumentos-, logran toda suerte de complicidades con el público. Un cambio de registro en la voz, un ademán, una impostura, un gesto y nadie puede reprimir la risa o el asombro ante la sutileza y finura de sus composiciones, letras, instrumentaciones y arreglos, construcciones vocales. La exquisitez de sus obras musicales, la complejidad de algunas letras tanto para escribirlas como para cantarlas, siguen haciendo público.
Los hilarantes, absurdos y complejos en ocasiones intercambios de la pareja Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, en sus papeles de psicoanalista y psicoanalizado, llegan a niveles desternillantes. Los contrapuntos de Jorge Maronna y Carlos Núñez Cortés en la escena de las ancianas, interpretando su Pasión bucólica, el Vals geriátrico, interrumpiendo con sus divertidos comadreos el devenir musical. El recurso de la voz cargada de comicidad de Carlos López Puccio, así como sus interpretaciones de cuerda.
Y como siempre, el sempiterno Johann Sebastian Mastropiero que vuelve a ser el hilo conductor, la excusa perfecta para deshilvanar un repertorio ingenioso y redondo. La fracasada y patética trayectoria musical del personaje que lleva tanto tiempo acompañándolos sin que nunca nadie lo haya podido ver: El cruzado, el arcángel y la arpía, una opereta medieval. Las bodas del Rey Pólipo (marcha prenupcial). El oratorio El flautista y las ratas. Un maravilloso juego compositivo y lírico como es el tarareo conceptual de la Aria Agraria, verdadero malabarismo que retrotrae a los mejores Les Luthiers. Como la Cumbia Epistemológica, en la que las palabras vuelven a ser juguetes en las manos y mentes de estos funambulistas de la creación y los arreglos. Circunloquios, dobles sentidos, subterfugios del lenguaje y la filosofía, la lógica y la retórica vencidas por la epistemología y tantos afamados filósofos finados que si levantaran la cabeza... se volverían a morir de la risa.
En su habitual guiño hacia el jazz presentan uno de sus recientes instrumentos -obra de Fernando Tortosa, ganador del concurso en la Expo Les Luthiers 40 años-, el Bolarmonio. La pieza Rhapsody in balls, un handball blues, levantó un generoso aplauso tras una verdadera demostración de que por Jorge Maronna parecen no pasar los años y que Carlos Nuñez Cortés sigue atesorando entre sus manos mucha música del mas alto nivel.
El día del final (exorcismo sinfónico-coral) es otra demostración de que el talento y el ingenio no han aminorado, Nostradamus y sus profecías se enfrentan con la antiluciferina Exorcítara, impactante instrumento informal que puso la nota contemporánea con sus tubos de luz y sonoridad espectral creando la atmósfera que requería la escena que concluye con todo un alegato: "si no permitís la interrupción del embarazo, haber permitido los anticonceptivos".
Fuera de programa, como propina, todo un clásico: Ya no te amo Raul (Bolera) y con ella la constatación de que nadie crea que la fórmula, la marca Les Luthiers se debilita o declina. El magín se perpetua, el virtuosismo y la sencillez, la dramaturgia elaborada y el minimalismo sin sazón. La escritura musical y la poética. El ingenio y el humor. Todo ello hace que sus seguidores asuman el uso de instrumentos pregrabados, que el teclado haya ido ganándole espacio a los acústicos (aunque facilita la polifonía, los descarga para poder cantar y actuar). Les Luthiers siguen dando sentido a la risoterapia, y continúan sanando a quienes los siguen año a año, espectáculo a espectáculo, creación a creación.
¿Que el Palacio de los Deportes con su pésima acústica no se merece algo del nivel de Les Luthiers? Comprobado. Pero solo ellos y los que comparten su excelencia son capaces de hacer que ni eso suponga una mácula. Aunque a mi personalmente me hubiese gustado más disfrutarlos en el Teatro Cervantes.
Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núnez Cortés, Daniel Rabinovich.
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