Oct 26 2015

Madama Butterfly. Orquesta Sinfónica Ópera 2001. Coros de Hirosaki de Japón. Teatro Cervantes.24/10/2015. Teatro Cervantes.

Autora: Rosa Parra | Fotos: Daniel Pérez / TC

La famosa Ópera de Puccini interpretada por la Orquesta Sinfónica Ópera 2001 y los Coros de Hirosaki de Japón, que arropan a la soprano Maeta Raval y al barítono Enrique Ferrer, sonó la noche del sábado en el Teatro Cervantes, con el cartel de no hay entradas en la taquilla del mismo.

Sobre el libreto y la historia que desarrolla.

Madama Butterfly. Orquesta Sinfónica Ópera 2001. Coros de Hirosaki de Japón. Teatro Cervantes.El drama en tres actos de Cio-Cio-San, Madama Buterfly, gueisa japonesa enamorada y casada con un oficial de la marina estadounidense, Pinkerton, a la edad de 15 años ella y de treinta y cinco él, es el ejemplo de cualquier muchacha apasionada que se deja engañar por el falso amor de un colonizador que encubre su ansia sexual deliberadamente en la promesa falsa de un matrimonio que él sabe perdurable, con el agravante de que lo hace dentro de una cultura rígida y despiadada con los propios nativos y que su planeada próxima ruptura va a ocasionar la deshonra y la desgracia de la pequeña japonesa.

Hasta aquí el resumen del  contenido de la obra que admite múltiples lecturas y paralelismos con la realidad política actual, donde los americanos siguen siendo colonizadores bárbaros de civilizaciones milenarias que arrasan sin compasión y sin respeto a su antigüedad ni a su trascendencia.

De forma genérica se puede extrapolar a todos los pueblos colonizadores que desmantelan no solo fronteras políticas sin contar con la idiosincrasia de los países asolados, sino también las costumbres e incluso los sentimientos más personales de las relaciones que establecen con los colonizados, a los que desprecian como personas, pues no tienen en cuentan sus filosofías ni formas de vida, que aunque diferentes son tan respetables como las de los invasores.

Esta pareja es por tanto la metáfora de  la historia del emparejamiento colonial entre dos países diametralmente opuestos, sean del lugar geográfico que sean.

Sin respeto ni equilibrio de poder, a cualquier alianza, compromiso, industria o asociación se la conduce al fracaso o a la tragedia. Y en la ópera ésta se ceba con el suicidio de la joven Cio-Cio-San, que dicho sea también, peca de exceso de ingenuidad y testarudez en su error amatorio, a pesar de los consejos e incluso de las pruebas que muchas personas de su confianza le procuran. Este empecinamiento amoroso conduce a la destrucción de muchas personas que se niegan a admitir el rechazo.

En cuanto a la parte teatral y lírica de la ópera

Madama Butterfly. Orquesta Sinfónica Ópera 2001. Coros de Hirosaki de Japón. Teatro Cervantes.

Me pareció que la soprano se olvidaba en muchos momentos de su máscara, no proyectaba hacia ella y eso le quitaba calidez  y personalmente no me llegó. El convencionalismo operístico que nos lleva a tener que hacer omisión de la edad, figura y presencia personal del personaje, asumiendo que el intérprete los posea sin que visualmente tampoco se corresponda con ellos, tampoco ayudaba a hacer creíble su interpretación. En cambio los dos solo de su criada Suzuki (Andrea Iftimescu) fueron conmovedores, especialmente cuando sospecha que su ama se quiere quitar la vida.

Enrique Ferrer correcto y discreto en su actuación y dominio vocal.

La escenografía de paneles japoneses y la foto fija de la estancia se mantuvieron durante toda la representación, con variaciones luminotécnicas muy ricas y pobres de ambientación.

El primer acto de la obra, que es el preludio de presentación de personajes y de la acción que vamos a presenciar, se hizo muy corto, por bien ambientado, por ritmo y por interpretación. El coro de Hirosaki de Japón, llenó literal y metafóricamente la escena con sus voces y sus atuendos, la delicadeza oriental de su movimiento escénico y los ropajes acordes a la época. El estilismo japonés en adornos florales y de objetos, todo un acierto.

Una de las cosas que como espectadora me gusta poco de cualquier espectáculo en general y de la ópera en particular es el descanso, en este caso de 20 minutos, el cual parte el clímax de la historia y genera un descentramiento y alejamiento artístico de sensibilidades entre los intérpretes y el público. De hecho ya nada volvió a ser igual después del descanso. El segundo y el tercer acto se hicieron pesados, lentos.

Un desacierto el sueño de Butterfly en la larga espera de su amado, que quien no conociera el libreto de Puccini no sabría interpretar; se hizo difuso por la metáfora visual mal transferida, oscuro por la iluminación y sucio por la imprecisión de la coreografía y del cambio abrupto de personajes.

Afortunadamente la música de la Orquesta Snfónica Ópera 2001, embriagó el espíritu de los asistentes con los acordes de la composición de Puccini.


Madama Butterfly. Orquesta Sinfónica Ópera 2001. Coros de Hirosaki de Japón. Teatro Cervantes.Madama Butterfly

Drama lírico en tres actos de Giacomo Puccini
sobre libreto de G. Giacosa y L. Illica.

Producción Ópera 2001

Cio-Cio-San (Madama Butterfly): Hiroko Morita, Meeta Raval (*)
B.F. Pinkerton:  David Baños, Enrique Ferrer (*)
Suzuki: Liliana Mattei, Andreea Iftimescu (*)
Sharpless: Giulio Boschetti, Paolo Ruggiero (*)
Goro: Dimiter Dimitrov
Yamadori: Nikolay Bachev
Bonzo: Tihomir Androlov
Kate:  Svetlana Ivanova
(*) sábado 24
(Este reparto es provisional y puede cambiar el día de la función)

Orquesta Sinfónica Ópera 2001

Coros de Hirosaki (Japón)

Dirección de escena: Roberta Mattelli

Director del coro: Yuko Otani

Dirección musical: Martin Mázik

> duración 2.55 h. (c/i)


Madama Butterfly. Orquesta Sinfónica Ópera 2001. Coros de Hirosaki de Japón. Teatro Cervantes.


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