Terral. Festival de verano 2012. Teatro Cervantes. 05/07/2012.
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: Daniel Pérez / TC
El británico, músico de las cadencias infinitas, no pudo ser un mejor inicio de festival para el Terral malagueño. Solo & Cine Opera hace honor a su nombre y colma el teatro de fantasías musicales y cinematográficas.
En estos dos últimos años de trasiego de conciertos y actuaciones, cubriendo para Mi yo espectador multitud de algunas de las mejores propuestas escénicas que han visitado nuestra ciudad, he tenido la suerte de poder sentir vibrar en mi interior, con la cercanía que da un concierto en directo, a los posiblemente cuatro mejores pianistas de la llamada new age, minimalismo contemporáneo, avant-garde o muchos otros calificativos mas o menos afortunados o acertados.
Philip Glass, quizá el de mayor complejidad en sus propuestas musicales y operísticas; serial, tántrico... el que puede llegar a ser frío, atonal, metálico y maquinal.
Ludovico Einaudi, impredecible, pasando del mayor lirismo a la atonalidad menos esperada en un mismo tema, si bien profuso en su música ambiental, introspectiva, a veces romántica y siempre contemplativa.
Wim Mertens, el dueño de los ritmos y de la resonancia natural, amante del color y los timbres mas espectrales y verdadero perpetuador de los tríos para piano.
Y este jueves Michael Nyman, el que mas ha investigado en el impresionismo musical, profundizando y estudiando en muchos trabajos las riquezas tímbricas de distintas combinaciones instrumentales alrededor del piano -a veces con resultados realmente estridentes y cargados de aristas- y otras indagando en el cromatismo tanto de las armonías como de las melodías de sus composiciones.
Debido a la cercanía en el tiempo de estos conciertos, he podido apreciar muchos matices que los distinguen al igual que tantas texturas que los mantienen siempre cerca en el arco iris musical. Todos investigan en las distintas variaciones de los materiales pero cada uno busca respuestas diferentes a las mismas cuestiones.
Para esta ocasión, Nyman despliega todas sus obsesiones cinematográficas en un concierto en el que alterna la simplicidad de las típicas pianolas acompañando el cine mudo de principios del siglo XX y sus incursiones en el videoarte y el cine experimental con sus propias filmaciones y composiciones ad hoc. Sin embargo, no se apartó mucho de su lado mas melódico, al que estuvo abonado a lo largo de casi todo el concierto, y solo en algunas interpretaciones jugó con composiciones alejadas de la consonancia y el lirismo mas absolutos.
La única oportunidad que Nyman ofreció a la ruptura musical y sonora se produjo nada mas comenzar. Acompañando a unas imágenes de luces de coche y ciudad desenfocadas, como luciérnagas urbanas juguetonas (quizá un poco largo pues se trataba en todo momento del mismo efecto visual), derivó en una mezcla de sonoridades donde la saturación del sonido llevó a algunos espectadores a protagonizar un amago de susurro de protesta que se apago conforme el sonido mejoraba. Yo mismo sigo dudando de que no fuera un accidente visto el devenir posterior del espectáculo. Fuera intencionado o no, cundió la intranquilidad.
A partir de ahí, el Nyman mas melódico y cromático. Romántico a veces, impresionista en ocasiones. Alejado de épocas mas expresionistas como la de su gran trabajo "The kiss and other movements", pero mucho menos rompedor que la triada restante de pianistas, intentó desquitarse de lo que "Pablo Vázquez Gómez, denominó: No solo de BSOs vive este hombre" y colocar los planos en diferente situación, no hacer música para acompañar a creaciones de cine, sino buscar imágenes que acompañen o interactuen con ella.
A pasajes musicales totalmente ajenos a las imágenes, con su propia vida y desarrollo, daban continuidad frases musicales que pasaban desapercibidas tras ellas.
Un canto a la vejez, una vejez en movimiento, no estática, llevaba a unos momentos que, como daguerrotipos, velados tras finos tules; miradas frente a un espejo, paseos, sombras... flotaban sobre una alfombra musical, casi susurrante, con un efecto hipnótico.
Tras varios temas y proyecciones con las mismas cadencias, la intensidad del concierto bajó un ápice; no demasiado. Una interesante composición sobre el "À propos de Nice", film experimental de Jean Vigo , dio paso a lo mejor de la noche para el que suscribe: un potentisimo "Morra", basado en el popular juego del sur de Italia, en el que el músico logra crear una atmósfera en la que el movimiento -una constante en todo el espectáculo- se transforma en pura energía con el juego rítmico y armónico, trabajado a partir del tempo y las onomatopeyas de los jugadores, con el que crea un ritmo vertiginoso, propio de los mejores tiempos del músico, compositor, critico, cineasta... británico.
El músico de las cadencias infinitas no pudo ser un mejor inicio de festival para el Terral malagueño. Solo nos queda esperar que el resto este a su altura.
Este trabajo no fue disfrutado en el Cervantes