29/10/2015. Teatro Cervantes
Texto: Daniel Lozano | Fotos: web de la fundación
Juventud, Talento y Hambre.El pasado jueves tuvimos la ocasión de disfrutar de un concierto extraordinario por parte de la Orquesta West-Eastern Divan, dirigida por el maestro Daniel Barenboim.
La Fundación Pública Andaluza Barenboim-Said fue creada por la Junta de Andalucía en 2004 con el objetivo de promover la paz y el diálogo a través de la música. Para ello se crea la Orquesta West-Eastern Divan, una academia de Estudios Orquestales y un plan de Educación Musical tanto para territorios palestinos como para la educación infantil en Andalucía. La multiculturalidad, la diversidad y la historia de nuestra tierra la ha convertido en la mejor opción para establecer la Fundación Barenboim-Said.
La Orquesta West-Eastern Divan está compuesta por jóvenes músicos israelíes, árabes y españoles y ha ofrecido conciertos en los escenarios más destacados del panorama clásico como el Teatro alla Scala de Milán, la Filarmónica de Berlín, el Musikverein de Viena, el Carnegie Hall de Nueva York y el Royal Albert Hall de Londres, entre otros muchos.
Hacía mucho que en Málaga no se escuchaba a Mozart con tanta excelencia por parte de una orquesta sinfónica. La interpretación a rasgos generales fue exquisita, muy fiel al estilo, equilibrada, inteligente, limpia de artificios dinámicos y agógicos, pulcra y elegante. El discurso se entendió y se extendió desde el primer segundo hasta el último en cualquiera de las tres sinfonías ejecutadas (Sinfonía nº 39 en Mi bemol Mayor, K. 543, Sinfonía nº40 en Sol menor, K. 550 y Sinfonía nº41 en Do Mayor, “Júpiter”, K. 551). Tan buen trabajo es debido a la perfecta combinación de juventud, talento y hambre. Es difícil destacar de entre tanta excelsitud el mejor momento del concierto, pero podría resaltar la interpretación del segundo movimiento de la Sinfonía 39, un ejercicio de acercamiento a la verdad y la belleza.
Las frases tenazmente inteligibles, la limpieza desde un orden métrico riguroso pero con vida propia, el empaste de las distintas cuerdas de la orquesta, la portentosa sincronía en el fraseo que se acercaba a veces a la masa sonora de un conjunto de cámara más que a la de una propia orquesta, la asombrosa sincronización y afinación de los músicos, etcétera, estuvo perfectamente encauzada por la prodigiosa dirección del maestro Daniel Barenboim, que fue luz y agua para las colosales ambiciones de sus jóvenes músicos.
Sin duda, un concierto que recordarán todos los amantes del género que asistieron y llenaron el Teatro Cervantes de Málaga.
Ojalá el proyecto del auditorio de Málaga no se quede en el limbo, ya que éste sería el revulsivo que siembre las bases de una nueva etapa sinfónica en Málaga, basada en la juventud, el talento y el hambre, y que nos traslade a un nuevo horizonte necesario para una ciudad que debe ser referente cultural desde la verdad y la belleza, y no desde la cartera y la estadística. Identidad nos sobra.
Monográfico W.A. Mozart
Director Daniel Barenboim
Sinfonía nº 39 en Mi bemol mayor, K. 543
Sinfonía nº 40 en sol menor, K. 550
Sinfonía nº 41 en Do mayor, 'Júpiter', K. 551,
> duración 1.35 h. (c/i)