27/05/2016. Teatro Cervantes.
Texto: Alberto Medina | Fotos: web y Hernández Silva
La Orquesta Filarmónica de Málaga interpreta la Sinfonía nº100 de Haydn y la Sinfonía nº10 de Shostakovich
Es la más popular del ciclo de las doce sinfonías de Londres, estrenada el 31 de marzo de 1794. A pesar que cada uno de los cuatro movimientos tiene un origen dispar, el genio de Haydn los unió todos sin problemas. La sinfonía comienza con la clásica obertura francesa utilizada sobre todo en el Barroco. Nos encontramos con un Haydn más maduro que otorga una mayor importancia a los instrumentos de viento a diferencia de obras previas en las que utilizaba estos instrumentos únicamente para enriquecer la textura con la duplicación del sonido de las cuerdas.
El segundo movimiento Allegretto, único y sin precedentes en la producción de Haydn, es un arreglo extraordinario de un concierto que escribió Haydn para el rey de Nápoles en 1786 y su carácter marcial es la que da nombre a esta sinfonía. Con un inicio de canciones simples e infantiles, el maestro Hernández Silva rompe la textura con una batería de instrumentos de percusión, una novedad de la época que evoca el triunfalismo pero también la tragedia como si una danza de soldados de juguete se transformara en una masacre real en una guerra. El éxito de este movimiento fue instantáneo en la sociedad de la época de Haydn fue instantáneo como también agradó al público asistente en el Teatro Cervantes de Málaga.
El tercer movimiento es un Menuetto, un anacronismo para su época, que evolucionarían en el Scherzo romántico (Beethoven, Chopin). El final (Presto) es un torbellino de constantes extremos entre fragmentos tranquilos y tramos más fuertes que terminan con un triunfante final.
Es una tragedia de casi una hora donde se mezclan el terror y la violencia, para culminar con el triunfo. Esta sinfonía representa la dictadura de Stalin cuando entre 8 y 20 millones de personas murieron como consecuencia directa o indirecta del régimen soviético hasta que el dictador murió el 5 de marzo 1953 suponiendo un alivio para la obra de Shostakovich. Sin lugar a dudas la Décima Sinfonía de Shostakovich es mucho más que una denuncia al régimen de Stalin, sino una reivindicación a las formas sinfónicas cuando la mayoría de los compositores occidentales habían abandonado la sinfonía.
Hernández Silva abre la sinfonía con un Moderato que comprende casi la mitad de la longitud total de la obra. A través del clarinete, se construye un motivo melancólico del que emerge un clímax desgarrador. Los flautines imprimen un movimiento oscuro y conducen a una marcha (Allegro) de violencia frenética. El final se abre en un paisaje siberiano y Hernández Silva transmite la desolación del ambiente con los instrumentos de viento tratando de comunicarse entre sí a través de las llanuras estériles con una música lenta y sosegada. Sigue un Allegro que representa la existencia monótona y sin sentido de las personas que tratan de evitar las purgas estalinistas.
De manera brillante, Hernández Silva concluye con soltura esta colosal sinfonía, y aunque no hay ninguna sensación de alivio al final de este trabajo, sólo queda la afirmación que a pesar de la presencia de la tiranía, un individuo con un espíritu suficientemente fuerte puede sobrevivir.
Director Manuel Hernández Silva
> duración 1.45 h. (c/i)