Oct 14 2014

Programa 2 de la OFMViernes 10/10/2014.  Teatro Cervantes

Rocío Bazán hechiza al Teatro Cervantes dando voz a la gitana Candela en El amor brujo

Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Teatro Cervantes

La excelente dirección de Carlos Domínguez Nieto y la prodigiosa voz flamenca de Rocío Bazán destacan en un recital dedicado al Impresionismo y la música española.

Las suites Mi madre la oca y El amor brujo ocuparon la primera parte del programa en la segunda cita de la temporada de la Orquesta Filarmónica de Málaga.

Programa 2 de la OFMMaurice Ravel concibió la suite Mi madre la oca en 1910 como cinco piezas infantiles para piano a cuatro manos, pero un año más tarde decidió orquestarla, llegando incluso a añadirle dos movimientos para concebir un ballet en 1912. La versión sinfónica se divide en cinco movimientos de tiempo esencialmente lento, excepción hecha en la marcha de la Niñita fea, "emperatriz de las Pagodas", donde la batuta de Domínguez Nieto acertó a destacar con dinámicas ampulosas el juego de escalas pentatónicas característico de la escritura impresionista. La delicadeza de la suite sirvió de excelente introducción y también de calentamiento para los maestros. Destacaron los vientos, en especial el contrafagot en La conversación de la bella y la bestia, donde el compositor francés hace gala de su genio tímbrico. Emocionó la ejecución del morente final de dicho movimiento.

Manuel de Falla realizó en 1925 la versión para ballet de la suite El amor brujo que interpretó la OFM. Vino Rocío Bazán a romper el hechizo de su gitano, Carmelo, y de paso a enamorar a algún payo. La cantaora malagueña, ganadora del premio Jóvenes flamencos del Festival del cante de las Minas y del Giraldillo, jóvenes intérpretes en la XII Bienal de arte flamenco de Sevilla, entre otros galardones, es ya una realidad, más que una promesa. Candela fue fuego rojo e intenso, no fatuo; dio gitanería a su interpretación y gracia a su gesto sobre el escenario. La orquesta estuvo un poco adormecida, le faltó carácter en los ataques y sutilidad en las colas −sobre todo en la cuerda−, poco flamenca, si se me permite la expresión.

La segunda parte del programa homenajeó a Joaquín Turina. En su vuelta a Madrid tras la estancia en la capital francesa, el compositor sevillano escribió Ritmo, Op. 43 y las Danzas fantásticas, Op. 22. En palabras del propio Turina, “Ritmos es un poema pensado coreográficamente y también una marcha hacia la luz. El Preludio inicial se desenvuelve en matices de oscuridad oscilando hacia el gris, color con que aparece la Danza lenta que le sigue. Viene después un Vals trágico, algo apache, a ratos exaltado, otros suplicante y todo él como proyectado bajo un tono rojizo. Al llegar el Garrotín la coloración aclara y el ambiente se torna rítmico y optimista, como preparación al Intermedio, que supone un idilio, luz rosada. Y en continua gradación Programa 2 de la OFMsurge la Danza exótica (charlestón), llena de alegría, luz blanca, y a ella vienen a mezclarse, como un recuerdo y sin que desaparezca el ritmo del charlestón, ecos del Vals trágico. Culmina esta Danza exótica en fuerte coloración, luz plena, límite potente de las diferentes fases que han venido sucediéndose del principio al fin”.

Por su parte, las Danzas fantásticas están inspiradas en tres motivos literarios hallados por Turina en la novela de su paisano y amigo, José Más, titulada La Orgía. Ambas obras sonaron vívidas y sugerentes en la batuta de Domínguez Nieto. El director supo mecer los tiempos, clavando el ritmo con su mano derecha, coloreando y generando amplias dinámicas desde su mano izquierda, ayudado y reforzado por el movimiento de todo su cuerpo. Aun así, el maestro madrileño, quien decidió hace tiempo trasladarse a Alemania para consolidar su carrera, nunca cedió ante la vorágine musical y supo permanecer concentrado, guardando la compostura para atenuar los vientos en pos de una mejor escucha de la cuerda frotada en los finales más fastuosos, o invitar a los maestros a escucharse entre ellos cuando notaba algún desajuste. En la orquesta destacó la sección de violonchelos y violas, así como la concertino que resolvió airosa los difíciles pasajes de armónicos. En el debe quedaron algunos pizzicati en los que faltó compenetración en la sección de contrabajos, nada que empañara el buen tono de la orquesta, sobre todo a partir del descanso.

Fue un programa bien traído, acertado, iniciado por dos magnos compositores que marcaron la trayectoria de Turina, quien superados sus orígenes más afrancesados supo traer a su música los ecos de la tierra que le vio nacer con maestría.


Programa 2 de la OFM. M. Ravel, M. de Falla y J. Turina.

Director: Carlos Domínguez Nieto
Repertorio
Mi madre la oca. Suite, M. Ravel
El amor brujo. Ballet suite (versión 1925). M. de Falla
Rocio Bazán, cantaora
Ritmo, Op. 43, J. Turina
Danzas fantásticas, Op. 22, J. Turina

 

Comentarios  

 
#1 Concierto OFMPilar González 15-10-2014 21:05
Pues a mí lo que menos me gustó fué la actuación de Rocío Bazán. Lo siento
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