26/092015. Teatro Cervantes.
Texto: Alberto medina López | Fotos: Promocionales / TC
Tres compositores, tres partituras de la historia musical que muestran a Rusia como la mayor protagonista de la música clásica entre finales del siglo XIX y buena parte del siglo XX.
Una música que va de la música folcklórica y oriental, el romanticismo inspirado en la naturaleza rusa, a las vanguardias del siglo XX.
Modest Mussorgsky, coetáneo de Tachaikovsky, era perteneciente al grupo denominado “De los Cinco”. Este grupo pretendía hacer una música genuínamente rusa limitando las influencias provenientes de occidente. La originalidad de esta música consistía es que muchas melodías eran ciertamente inventadas y que cada integrante las interpretaba de manera muy personal. Mussorgsky fue su integrante más importante, y es la obertura de su ópera Khovantichina la utilizada para abrir el programa número 2 de la orquesta filarmónica de Málaga. La ópera Khovantichina, no tan conocida como la ópera Boris Godunov,narra la guerra civil que vivió el Imperio Ruso ante las reformas de Pedro el Grande. Este preludio es un pequeño poema sinfónico que evoca el amanecer gradual sobre el río Moscova, variaciones de un tema en el que se evoca el canto de los pájaros e introducir la tragedia que se desarrollarán en los siguientes actos.
El núcleo central del programa es sin lugar a dudas el concierto nº3 de Prokoviev para piano y orquesta. Sergei Prokoviev es uno de los compositores más interpretados en el mundo, y desde sus primeras obras critica la creación de los románticos. A pesar de no descartar el clasicismo, su obra está llena de disonancias y de experimentación musical. El concierto nº3 de Prokoviev es uno de los conciertos para piano más populares tras el romanticismo debido a sus innovaciones melódicas y rítimicas. Con una interpretación que requiere la mejor técnica, la misma que ejecuta el pianista georgiano Alexander Korsantia. Sin lugar a dudas lo mejor de la noche fue escuchar a Korsantia y la interpretación delicada y casi perfecta de cada uno de los movimientos. Con el inicio del concierto por un clarinete, comienza el diálogo entre la orquesta y un exultante piano. Tras cinco variaciones de un tema central, llega el movimiento más virtuoso, con un juego bitonal entre orquesta y solista para finalizar en un dramático fortissimo. Larga y gran ovación para el maestro Korantia.
Sergei Rachmaninov se enclava dentro de los compositores del último romanticismo ruso, reflejando la influencia de Tchaikovsky. Un compositor conservador, muy alejado de las tendencias contemporáneas de su época, que además fue director y pianista de éxito. Una sinfonía que no abunda en las grabaciones debido a su larga duración (existe incluso una versión recortada de 30 minutos) y con pasajes que pueden estar cargados de un romanticismo fácil. A pesar de esto es una sinfonía con la que Rachmaninov exterioriza su nostalgia y amor a su tierra natal a la que jamás pudo volver. Uno de los fragmentos que mejor desarrolla el director israelí Yoav Tolva es el adagio de esta sinfonía, donde Rachmaninov despliega toda su fuerza, con un tema expuesto primero por los violines y desarrollado luego por un maravilloso clarinete.
Una dirección correcta para una orquesta que en algunos momentos parecía estar apagada, pero todo el conjunto fue agradable para la audiencia del Teatro Cervantes, la mejor noche de otoño para acercarnos a la música clásica rusa vista desde diferentes perspectivas.
Director Yoav Talmi
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Khovantchina (Obertura), M. Mussorgsky
Concierto nº 3 para piano y orquesta en Do mayor, Op.26, S. Prokofiev
Alexander Korsantia, piano
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Sinfonía nº 2 en mi menor, Op.27, S. Rachmaninov
Duración 1.40 h. (c/i)