19/01/2020. Teatro Cervantes.
Texto y fotos: Lui G. Marín
Dulce Pontes sale descalza al escenario, aunque desde hace tiempo es considerada una auténtica diva de la canción, es una persona con los pies en el suelo, y le gusta sentirloLa firmeza con la que pisa se refleja en su voz, una voz que en sus 30 años de carrera musical ha evolucionado, alcanzando unos matices extraordinarios. Canta sin miedo, llegando a unos registros prodigiosos de soprano, sorprendiendo con un repertorio de quiebros que la hacen inconfundible.
En el año 1993 llegó a España con su disco Lágrimas, un trabajo que entró de la mano de la corriente Word Music y Nuevas Músicas, que pretendía englobar músicas inclasificables o nuevas tendencias provenientes del folk, jazz, pop o de la electrónica. Fue la época en que también oíamos en España los primeros temas de otros artistas y músicos portugueses con aires innovadores, como Rodrigo Leao o Madredeus.
Dulce Pontes enamoró entonces a un público entusiasmado por la personalidad de su voz y la suya propia, los arreglos de sus canciones, las raíces de su música con acordes de fado, y ese tema Cançao do mar que hasta llegó a sonar en una película de Richard Gere. Lo fácil hubiera sido encasillarla en el fado, pero ella tenía otras cosas en la cabeza, y en su garganta.
En tres décadas (que se dice pronto), ha explorado varios estilos musicales que se han reflejado en los discos posteriores a Lágrimas y en sus conciertos. Ha colaborado con grandes como Andrea Bocelli o Ennio Morricone. Este último se sintió atrapado por su voz hasta el punto de componer canciones pensadas para sus matices de voz, que dieron su fruto en el disco Focus y en una serie de conciertos únicos.
Recientemente, Dulce Pontes en su búsqueda creativa ha sacado partido a la música española, y más concretamente al flamenco debido a su último hallazgo: El guitarrista Daniel Casares, con el que ha encaminado una gira presentando una serie de temas sorprendentes, en los que es difícil distinguir si lo que oyes es fado o flamenco, ¿o acaso importa eso?.
En el concierto del 19 de febrero en el Teatro Cervantes, se reencontró con el público malagueño, que como es habitual, le pedía los clásicos de su carrera, pero el concierto iba por otros derroteros.
Comenzó sola, sentada al piano, jugando con las teclas y su voz. Desde las primeras notas ya inundó el espacio del teatro. Lo siguiente fue volver a sus raíces con el guitarrista portugués Luis Guerreiro. Después aparecieron el resto de los músicos en un sorprendente arrebato de duende flamenco.
Solo unos grandes pueden acompañar a otra grande: El contrabajista Yelsy Heredia añadió son cubano y mucho más, a lo que oímos esa noche, entre otras cosas un simpático homenaje al espeto malagueño en forma de estribillo que hizo cantar al público.
Daniel Casares, el guitarrista de Estepona, fue la otra parte de esa fusión imparable y arrolladora que creó algunos de esos momentos impagables e irrepetibles, como cuando interpretaron Libertad, una composición de Casares, un diálogo de prodigios sobre el escenario.
Entre los cuatro, elaboraron un espectáculo colorista, simpático y universal, a modo de una jam session se sucedieron piezas de bossa nova, flamenco, soul, jazz, fado, una versión de Procuro olvidarte de Manuel Alejandro. Toda una pléyade que nos hizo viajar sin necesidad de pasaporte, y sin saber cual será nuestro siguiente destino. Todo eso acompañado de la simpatía de Dulce Pontes, que hizo sacar unas risas al público con sus muecas y gestos, poniéndolo en algún que otro compromiso vocal e incluso corporal.
Dulce Pontes no es una cantante solo de fados, la influencia de Amália Rodrigues está siempre presente, pero cuando se acude a un concierto suyo, uno debe abrirse y alejarse musicalmente de cualquier cliché musical o comercial.
Yo salí del Teatro Cervantes tarareando el estribillo de Cançao do mar (el último bis), y acordándome de otro prodigio portugués: Salvador Sobral, a quien vimos en el mismo escenario hace dos años, otro “disfrutón” de la voz. Porque de eso se trata, de disfrutar de la música.
Dulce Pontes: Piano y voz
Daniel Casares: Guitarra flamenca
Luis Guerreiro: Guitarra portuguesa
Yelsy Heredia: Contrabajo