Mar 6 2016

Ara Malikian por José M. Cortés04/03/2016. Teatro Cervantes

Texto: Rosa Parra | Fotos: José M. Cortés

Ara Malikian, el rockero del violín

Cuando alguien hace lo que realmente le gusta, lo hace con tal pasión y tal disfrute que contagia. Haga lo que haga, pero si lo que hace es tocar el violín como Ara Malikian, con tal virtuosismo y fusionar músicas clásicas con rockeras, clásicos populares, floklore y otras de creación propia, se convierte en un mito, una leyenda viva que cuelga el no hay billetes en los teatros en los que actúa con meses de antelación.

Ara Malikian por José M. CortésAsí ocurrió anoche en el Cervantes de Málaga. El auditorio al completo palmeó su energía y electricidad en los movimientos más rápidos y allegros de sus interpretaciones y se quedó sugestionado en los momentos de movimientos más lentos, llegando a la hipnosis en sus silencios, en los cuales hasta parecía que el corazón dejaba de latir. Se le tenía que prohibir esos silencios o al menos advertir como en las cajetillas de tabaco: peligro de muerte por parada cardiaca en un concierto de Malikian.

Ara rompe con el clásico violinista de orquesta acostumbrado a estar en un foso donde no se le ve. Ara es espectáculo en sí mismo, su cuerpo es música cuando toca. Sus ademanes más que  de músico clásico son de rockero. Incluso se atrave a llevar percusiones de acompañamiento. Sus pintas rompedoras, sus tatuajes, piercings y abalorios acaban de componer una imagen que avanza lo que vamos a ver y oír: algo único que hace grande a los grandes. Música que toca la convierte, con su sello personal, en una pequeña joya de tallaje perfecto pero inusual. Inconfundible, se sabe que es suya o una recreación suya de otra melodía. Tunea las melodías más conocidas y les insufla su aliento de creador, su corazón nómada, y el eco de sus orígenes libios y armenios.  Y con su puesta en escena y su interpretación los acaba de hacer suyos y de sorprender al público que ya viene predispuesto a dejarse encantar y maravillar. Sus arreglos engrandecen y respetan, nunca anulan ni se sobreponen al original.

Ara Malikian por José M. CortésSu personalidad en escena se come lo que le rodea. Por eso tuvo la gran generosidad y la deferencia de dejarnos ver a su ¿banda? ¿orquesta? Orquebanda diría yo, al final del espectáculo, en una especie de sesión de jazz que no tenía nada de jazzística puesto que no había nada improvisado: cada pentagrama está estudiado y memorizado al milímetro. Y nos dejó ver a unos músicos de una calidad impresionante que no están a la sombra de Malikian, sino a su lado en un escenario austero. La percusión recogida en dos pequeños rinconcitos adornados con telas étnicas adornan la escena vacía y negra donde tan solo brilla el sonido y el juego de luces que lo subraya o lo potencia según el tema que toquen. Parco en decoración, pero no en palabras, nos cuenta su itinerario vital a través de sus piezas, con un humor peculiar como el mismo y un acento delicioso:

Comenzó el concierto con rollo árabe, como el mismo definió. Luego continuó con el rollito judío, porque, aunque es libanés de nacimiento y con orígenes armenios, en sus comienzos en Alemania, a la que llegó con quince años, becado para continuar sus estudios, por una serie de mal entendidos que él explica con mucha gracia, fue confundido como judío y eso hizo que se preparara ese tipo de música para tocar en bodas y eventos de los judíos de la ciudad, lo que le ha dado un bagaje impresionante con este tipo de composiciones. Nos deleitó con su Pisando flores.

Después de Alemania se fue a Inglaterra donde por azares del destino formó parte de la banda de Boy George y donde conoció también por azar a los míticos del rock Radiohead, que le influenciaron de forma que aún hoy día parece un rockero en escena y en su forma de entender el espectáculo y el arte. Otro de sus ídolos Led Zeppelin al que hace guiños en el espectáculo de su disco 15 titulado así  en honor a los años que lleva en España.

Ara Malikian por José M. CortésEn Madrid se enamoró del jamón ibérico y compara a los grandes clásicos con este alimento, mientras que él considera a sus composiciones como los picos de pan que acompañan al jamón. Unos de estos picos es una nueva composición que estrenó en nuestra ciudad y que llamó Rapsodia malagueña nº 3.

Su etapa en la Orquesta filarmónica de Madrid, le llevó a odiar “el foso” y a querer brillar en escena. De esa época nos interpretó la ópera de Manuel de  Falla La vida breve, danza española que le apasiona.

Padre de un niño de año y medio, compone para su hijo la melodía Kairo, como el nombre de su bebé, en la que los matices de movimiento y silencio combina una extraña nana que embelesa el oído.

Después se atrevió con El Verano de Vivaldi tuneao y puso al público en pie.

Sus arreglos de la composición  brasileña Agua y vino volvió a conmover.

Homenajeó a Paco de Lucía con Siria otra interpretación magistral.

En algunos momentos se baja del escenario y toca entre el público. Toda su actuación está concebida como un espectáculo teatral donde el movimiento escéncio rompe la cuarta pared para sincronizar los ritmos de la emoción del público con el lenguaje universal de su violín. Finalmente se despidió de la escena con 1915 que recuerda al genocidio armenio con un millón y medio de fallecidos. Todo el dolor de sus ancestros lo traspasó y liberó en la escena.

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15

Ara Malikian - violín
Jorge Guillén II - violín
Humberto Armas - viola
Antha Kumar - tablas, indias
Tania Bernáez - contrabajo
Héctor ‘El Turco’ - percusión
Cristina Garrido - violonchelo


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