24/07/2014. Teatro Cervantes. Festival Terral 2014.
Texto: Alberto Medina López | Fotos: Daniel Pérez / TC
El olor a hierba mojada.
El tacto del mejor tejido.
El olor ( y gusto) de una tarta con mil capas de chocolate.
Todo es mejor con los ojos cerrados, tal como se titula el trabajo de 2011 del violinista libanés con raíces armenias Ara Malikian y el argentino Fernando Egozcue. Muchos somos los que conocemos al grande de la música Malikian, desmitificador de que la música clásica está acabada y es claramente elitista. Con gran destreza puede tocar con gran delicadeza o con una fiereza indomable, reinventar obras y fusionar géneros que parecían inconexos.
Sin prejuicios y con ganas de conocer su terrible magnetismo en directo el Teatro Cervantes casi cuelga el cartel de “No hay entradas”. A pesar de ser día laborable probablemente la actuación de Malikian y Fernando Egozcue puede ser una de las joyas de este Festival Terral 2014. Tras un pequeño simulacro de afinamiento del violín comienzan Fernando y Malikian a “jugar” con dos temas del trabajo de 2007 Lejos. Tras una pequeña presentación y romper el hielo conocemos al Malikian cómico capaz de hipnotizar al público, monólogo tras monólogo, entre canción y canción, para conocer la historia de estos dos amigos que se han juntado para hacer buenas canciones, todas compuestas por Fernando.
El escenario se hace pequeño con otros tres artistas con amplio repertorio por separado. Moisés Sánchez al piano (increíble su improvisación en el intermedio), con 4 trabajos musicales en sus espaldas, Miguel Rodrigáñez al contrabajo (sacando el máximo al instrumento) y Martín Bruhn en la percusión completan este quinteto.
El público vibra y ciertamente desea saltar de sus asientos con canciones tanto del album Lejos (Ruegos y Preguntas, Cuba, Manu) como de Con los ojos cerrados (Saudade, Ser 2, Rumba, Americalatida, El botellazo, Cuidado con el perro).
¿De dónde saca fuerzas Malikian para actuar y saltar? ¿Cómo pueden los componentes de este original quinteto coordinarse? El violín estaba completamente endemoniado y nadie sabía de donde salía esa música. Jazz, ritmos latinos, mediterráneos, remezclas de canciones armenias y tanguistas.
Tras el intermedio con el piano de Moisés Sánchez, el quinteto, Malikian a la cabeza, regresa con un ritmo mucho más rápido (y que deseaba el público que había madrugado ese mismo día). Canciones llenas de locura (y algún tema más íntimo) desembocan en el irremediable final. Una serie de canciones encadenadas son agradecidas por el público y finalizan con Viejos aires y la melancolía de Lágrimas de seda.
Esta noche, con el Teatro Cervantes ovacionando, puede descubrirse una novedad en el entramado del Jazz contemporáneo, a la altura de violinistas del género jazz-rock como Jean-Luc Ponty. Tras la salida muchos comentaban lo mismo, un concierto que podría haber hecho bailar a campos de fútbol a rebosar.
Qué fácil es comenzar a disfrutar nuevos géneros musicales cuando nos quitan falsos miedos y etiquetas...y con los ojos cerrados.