08/12/2016. Teatro Cervantes.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Promocionales / TC
Se cumplen este año dos décadas del lanzamiento del primer disco de Carlos Núñez, A irmandade das estrelas. En su carta de presentación, el gaitero se rodeó de grandes nombres (Ry Cooder, Luz Casal, The Chieftains…) para componer un disco que viajaba de América a Irlanda con parada en Andalucía y base en Galicia, y que supuso un antes y un después en la música celta en nuestro país. Para celebrar la efeméride, Carlos Nuñez vino a Málaga con la excusa de visitar los dólmenes de Antequera y de paso poner el Teatro Cervantes patas arriba. El gallego, no sólo es compositor e intérprete virtuoso de gaita y flautas, sino que es un gran estudioso de la cultura celta y un viajero empedernido. También es un comunicador excepcional, sabe meterse al público en el bolsillo con el prólogo que adorna cada tema, con su simpatía y vitalidad, y con un control del gesto casi teatral. Su directo es potente, rabiosamente entretenido sin que por ello se resienta la calidad artística. Para la ocasión se acompañó de Pancho Álvarez a la guitarra, de su hermano Xurxo Nuñez a la percusión, de Itsaso Elizagoien a la trikitixa y de Jon Pilatzke (miembro de los Chieftains) al fiddle y el steepdance.
Núñez empezó calentando el ambiente con la gaita acompañado por los pasos de baile tradicional celta y el violín del eléctrico Jon Pilatzke. El miembro de los Cheftains es todo energía sobre el escenario, bailando, saltando, incluso animando al público en una suerte de conga celta por el patio de butacas. Tras un cálido saludo, Carlos cambió a la flauta para interpretar la bella Amanecer, el canto bucólico y melancólico que le lanzó a la fama con A irmandade das estrelas. Para interpretar algunas de las Cantigas de Santa María de Alfonso X El Sabio sacó a escena la fídula, el arpa y la flauta barroca, instrumentos medievales que inmortalizara el maestro Mateo en el concierto celestial del Pórtico de la Gloria. Este mismo año, Núñez dio dos conciertos en la catedral con el plantel de músicos que aparece en el pórtico al completo. Para los que no tuvimos la suerte de asistir, trajo así una versión reducida del acontecimiento.
Salió entonces Itsaso Elizagoien para interpretar el Fandango recientemente filmado por Carlos Saura en su película documental Jota, donde Carlos Núñez coincidió con la joven virtuosa de la trikitixa. Siguió el Bolero de Ravel, en una peculiar versión a gaita que supo llegar al clímax final con intensidad. Llegados a este punto, los teclados y el bajo pregrabado dejaron de ser un incordio, aunque, a decir verdad, lo del bajo enlatado fue una pena; pero esa es la propuesta del directo y otros valores redimen al gallego de este pecado.
En un duelo musical entre las diferentes concepciones celtas de Irlanda y Canadá, de donde es oriundo Pilatzke, aprovechó el violinista para marcarse un solo de los que levantan al público de sus asientos. Hubo canto al Camino de Santiago, que encuentra su origen precristiano en el Ara solis celta, en el que celebraban la muerte del Sol en el cabo que marcaba el final de la tierra conocida. De su colaboración con la compañía de baile River dance, extrajo Reel Roots, una mezcla de música latina y celta en la que Pancho encontró su hueco para lucirse a la guitarra.
En la Marcha do entrelazados sacó la ocarina para introducir el tema y al poco apareció el Grupo de gaitas de Gibraltar desfilando con sus instrumentos por el pasillo del patio de butacas encaminándose a las tarimas que les esperaban sobre el escenario. Todo un espectáculo. Subió aún más la temperatura el bueno de Jon Pilatzke con Cotton Eye Joe, animando al público a bailar y a marcar el ritmo con manos y pies. No faltó el recuerdo a la Virgen de Guadalupe con A Rianxeira cantada a coro por todo el teatro, con la obligada coreografía de brazos en alto balanceándose incluida. La fiesta no tenía fin, y parecía que Carlos Núñez y los suyos tenían tan pocas ganas de marcharse como el público asistente. En un popurrí homenaje a los Chieftains, Xurxo dio muestra de su maestría a la percusión aporreando una maleta en un combate con los zapatazos de Pilatzke. El percusionista es un portento y, por si tuviera poco con la amalgama de instrumentos puesto en liza, es el encargado de disparar las programaciones en el directo. Se acabó por incendiar la sala cuando el público invadió el escenario azuzado por el gallego. Allí se quedarían los invitados hasta el final del concierto, que sin dar tregua aún aguantaría dos bises después de Mambo, tema que abre su último disco Inter-Celtic.
Visto lo visto, no es casualidad que el espectáculo de Carlos Núñez haya recibido el Premio Ondas al mejor espectáculo en directo. No hay concesión al aburrimiento en un concierto de más de dos horas que sitúa al gaitero gallego en el reducido grupo de músicos que desde el respeto a la tradición crean una obra heterodoxa enriquecida por la multiculturalidad, que toman riesgos sopesados entendida la diferencia como punto de encuentro enriquecedor.
Carlos Núñez: gaitas, flautas y ocarinas
Pancho Álvarez: guitarra
Xurxo Núñez: percusiones
Itsaso Elizagoien: trikitixa
Invitado especial Jon Pilatzke (The Chieftains): fiddle y steepdance