Texto: Quique Jiménez Fotos: Daniel Pérez TC
Noche sensual y nostálgica en el Echegaray. Con la particularidad del cambio escénico utilizado para la velada, que permitía bailar al público asistente gracias a que el patio de butacas fué "replegado" hacia un lado (ventajas de las nuevas infraestructuras escénicas en las que el teatro Echegaray está " a la última"), la noche se transformó en un club de baile o cabaret de antaño, (incluyendo engalanadas mesas para cuatro personas) en el que las baladas, el tango, la bossa y en definitiva, las canciones de bailar " agarrao" de toda la vida, hicieron las delicias de todos.
Una tarima en la que reposaba un piano de cola presidía el espacio-salón, desde la cual el Dúo Judea (Delia García, vocalista y Juan Salas,piano, bajo y voz) comenzaron un espectáculo intimista, trasladando a los espectadores a los ambientes propios de aquellas salas de baile, "boites" o clubes de antaño, en los que comenzamos a dar nuestros primeros pasos de baile los que ya hemos pasado de la cuarentena, que esa noche éramos muchos, y animando a los más jóvenes a lanzarse a "la pista de baile". El caso es que lo lograron.
Gracias a la voz y a la sensualidad escénica de Delia y al swing y a los arreglos jazzísticos de Juan Salas al piano, todos los populares temas que fueron interpretados por ambos esa noche consiguieron, cuanto menos, emocionar al público y activar los mecanismos de la añoranza.
Con su elegante y profesional trabajo nos recordaron a varias generaciones de cantantes y a esos temas musicales propios de aquellos espacios para la nostalgia, la mayoría de los cuales forman ya parte del "colectivo musical universal", léase "La vie en rose", "Unchained Melody", "The way we were" ("Tal como éramos"), "Con su blanca palidez", y un largo etcétera de bellas canciones "lentas", propias para bailar en pareja, que Delia interpretó de una manera exquisita.
También sonaron esos temas de los cantautores italianos Sandro Giacobbe y Richard Cocciante (buena interpretación de Juan Salas de "Bella sin alma") que tan populares fueron en los años setenta en la
"disco" y en la radio de nuestro país, así como el mítico tema de Mina "Parole".
Destacamos que esa noche el público fué también parte del espectáculo. Esa era la premisa, y sí, sí hubo espectáculo porque la gente se animó a bailar en la pista, y hasta se nos deleitó, durante un "pot-pourrí" de tangos ("La noche que me quieras", "Adiós muchachos", "Y todo a media luz") que la cantante interpretó de forma excelente, con un tango muy bien bailado por una pareja del público de forma muy profesional.
También se habló durante la velada de ciertas cosas que van esfumándose con el paso del tiempo (y que podrían ser objeto de deseo con los años), como el tabaco y el fumar (Adriano Celentano y su eterno cigarrillo colgando de los labios, el ambiente cálido de las salas de baile con su humo flotando), del cine erótico y de "Enmanuelle", de "esos amantes a la antigua" de Roberto Carlos, y de otras cosas que nunca desaparecerán como del primer beso, que "suele ser en algún baile de instituto, o del pesado de turno que puede estropearte el ligue de una noche".