Teatro Echegaray. Ciclo On Echegaray. 07/12/2012
Texto y foto: José M. Cortés
Este cantante al que se ha clasificado como, todo lo inclasificable, en "De autor" lleva ya unos cuantos años (más de 30) exhibiendo una incansable mordacidad y sentido del humor que hacen que las casi dos horas de juegos introductorios y rimas pasen como un parpadeo.
¿Qué se puede decir que alguien con más profesionalidad que el que suscribe no haya dicho ya de este maestro de la palabra? Pues creo que voy a decir lo que me apetece y es lo que me pareció, como discreto conocedor de una dilatada obra.
Creo que se trata de un ¿músico?, ¿letrista?... pues yo lo voy a denominar como trovador, que es lo que me evocó en la noche del pasado viernes este SEÑOR del verso. Pues sí, uno de esos trovadores de corral donde la gente escuchaba con atención la sorna de la palabra de aquellos revolucionarios en la sombra; de aquellos que se reían con socarronería de la incapacidad de sus gobernantes y hacían que el pueblo con la risa olvidara por un rato la miseria del día a día.
Además de un letrista agudo y mordaz se trata de alguien que hace de la cara dura y la autocrítica un estilo personal de hacer música. En palabras del propio autor, "canto sobre temas personales, pero lo hago por dinero" desnudando con desdén su alma, mucho más que cualquier cantante melódico, pero sin concesión alguna al sentimentalismo barato.
Hay que decir que el conjunto de sensaciones viendo a Javier Krahe es muy amplio, y cuesta trabajo elegir cual es la principal virtud de su trabajo, ya sean las letras de las canciones que tratan de temas cotidianos con una agudeza que llega a abrumar. Si es lo llano de su rima, capaz de acercarse al más ceporro. Tal vez sea lo hábil de las presentaciones de los temas, que son en si mismas piezas tan interesantes como las que presenta; o bien es el dominio de la retórica, o más bien la expresión verbal. O quizá sea el manejo de los estilos musicales, jazzísticos a veces, de fanfarria gitana en otros o de música circense o vete a saber qué. Quizá sea todo o no sea nada, pero de lo que estoy seguro es que la combinación de todo en directo es mucho más completo que una grabación de estudio. De hecho después de verlo es posible que los LP sepan a poco.
Ante un público intergeneracional que colmó el aforo del Echegaray, condujo el recital de principio a fin como quiso; llevando de la risa más desbocada a la reflexión más profunda a unos asistentes del todo entregados. Es de valorar que las composiciones más serias y menos presentes no pierden ni un ápice de interés ni de vigencia de temas que hablan de todo tipo de cosas como esa lejana tierra Nueva Zelanda; como el furor uterino de su señora; como el Alzheimer o como el 2 de mayo. Fluido e inteligente, puede recordar a sus "malas compañías" Joaquín Sabina, Pablo Carbonell o Gran Wyoming con el Maestro Reverendo. Eso sí, tan diferente de todos ellos como cada uno de estos ejemplos de los 18 Chulos.
Por último y sin ánimo de restarles importancia tengo que comentar la labor de los músicos, que tuvieron un papel fundamental. Este fue el dar soporte musical al recital literario con interesantes apuestas sobre el escenario, desde la variedad de estilos presentados, hasta una delicia de clarinete en off, recuerdos de ese músico que ensaya en el piso de al lado con precisión pero a un volumen atenuado por las paredes. Por qué no hablar también de los coros de los músicos que me llevaron a una actuación de Les Luthiers o qué se yo, a una peli de los Hermanos Marx.
Un disfrute de concierto, indudablemente para teatro, ¡Absténganse cerrados de mollera!
Componentes:
Voz: Javier Krahe
Guitarra: López de Guereña
Saxo y Clarinete: Andrea Prittwitz
Contrabajo: Fernando Anguita