Teatro Cervantes. 07/10/2012.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: web de Ara Malikian
Días atrás se preguntaba la sección cultural de Diario Sur si hay publico en Málaga para tanto concierto, y a resultas de lo visto en el Teatro Cervantes el pasado domingo me atrevo a decir que sí lo hay.
El coliseo malagueño colgó el cartel de no hay entradas ante la apuesta de Ara Malikian y su espectáculo Colores en un día en el que el rival a batir era el derby liguero por antonomasia. Los precios ajustados (entradas desde 6 hasta 18 euros) y el tirón del polifacético y mediático músico libanés, tan querido por unos como denostado por otros, fueron reclamo suficiente para un público que, a pesar de la crítica situación socioeconómica o movidos por ella, busca entretenimiento, divertirse y evadirse del presente incierto. Lo cierto es que hubo humor y música en la travesía desde la India hasta España que la Ara Malikian Ensemble nos invitó a emprender.
Ya desde el inicio del viaje el violinista dejó claro quien marcaba el camino a seguir, por aquí con unos monólogos o atajando por allá con un poco de música. El séquito de tan ilustre caravana de músicos se completó con Humberto Aras a la viola, Luís Gallo a la guitarra y Nacho Ros al contrabajo, cada cual con su sentido de la orientación pero decididos a seguir a su guía, quien tenía claro el destino y cargó con la responsabilidad de hacernos llegar sanos y salvos, contentos de haberle acompañado. Los colores que surgen de las diversas culturas que atraviesa la senda marcada por la formación se hacen más vivos con dos incorporaciones notables, el indio Nantha Kamur a las tablas y José Luis Montón a la guitarra flamenca.
Los cuatro músicos alineados en pie frente al patio de butacas saltaron y corretearon por el escenario rompiendo toda convención escenográfica, más como un grupo de rock que como una formación en parte clásica. El dinamismo y la expresividad interpretativa invitaban al público a abandonar sus localidades para bailar al compás de la música. Me dio la sensación de que el espectáculo quizás adquiera todo su vigor, que contagie aún más a los espectadores en un recinto menos formal, pero, como digo, es una apreciación personal porque el público se lo pasó en grande de cualquier modo. Rieron y jalearon los soliloquios de Ara antes de cada pieza y aplaudieron entusiastas tras cada tema.
El virtuosismo de Malikian al violín quedó patente en la melodía zíngara que sirvió de introducción al primer tema. A partir de aquí se escuchó La danza de la felicidad, fusión hilarante de melodías indias y la arábiga Rapsodia malagueña, lectura personal de unas viejas partituras que heredó de su abuelo. La danza del sable nos trajo la imagen de un Dalí desnudo que recibía a Khachaturian a lomos de un caballito de juguete tras escuchar la surrealista anécdota que sobre tal acontecimiento nos relató un dicharachero Ara. Ya en Europa interpretaron la Danza Húngara de Rachmaninov, antes de un alto en el extenuante camino de manos de Dvorak en La canción que me cantaba mi madre. La música Kletzmer de sus días en Alemania llegó Pisando flores, composición del violinista. Y cuando se oteaba nuestro destino en el horizonte, el ensemble se dispersó dejando sobre las tablas al dúo formado por Malikian y Montón ante el Zorongo lorquiano, una parada intimista que dio paso al Concierto para violín de Khachaturian llevado a las bulerías propias de la tierra que al fin pisábamos.
Colores es otra vuelta de tuerca en el empeño de Ara Malikian por eliminar el halo de inaccesibilidad que la música clásica tiene para el público mayoritario, y a juzgar por su aceptación diríase que lo consigue.
Ara Mlikian
Violín: Ara Malikian
Viola: Humberto Armas
Guitarra: Luis Gallo
Contrabajo: Nacho Ros
Percusión: Nantha Kumar
Guitarra Flamenca: Jose Luis Montón