22/02/2020. Sala The Hall.
Texto: Javier Titos García | Fotos: Javier Titos y The Hall
Los Sabineros volvieron a MálagaEl dúo que homenajea principalmente la obra de Joaquín Sabina ofreció un espectáculo ameno y muy divertido, alejado de las estructuras y modos de la mayoría de los grupos tributo, regalando al público que se reunió para verlos un espectáculo de calidad.
Es sábado, hace una noche estupenda, de esas que te advierten de que el invierno agoniza anunciando una primavera que cada vez se adelanta más y dura menos, pareciéndose al tráiler de lo que será el verano. Camino por calle Héroe de Sostoa, voy justo de tiempo y acelero el paso. A la entrada de la sala The Hall un grupo de personas fuman apresuradamente; apuro el cigarro, cruzo sus puertas y me recibe Jesús, la persona que hace posible que The Hall sea una realidad, y la chica encargada de la taquilla de la noche. Tras un breve saludo hago el paso obligado por la barra y tomo asiento en la última fila; hay una muy buena entrada e incluso algunos asistentes están de pie tras la zona de sillas. The Hall es ese sitio que agradeces que esté en tu barrio, una trinchera de cultura, un refugio para las artes escénicas. Es acogedor, está decorado con gusto e iluminado de forma que se respire una atmósfera íntima. Me gustan los sitios así, invitan a quedarse, a volver, crean fieles y son necesarios en el tejido empresarial de la noche malagueña para los que disfrutamos del teatro o la música en directo.
Sale al escenario Mario Ojeda, encargado de las cuerdas y los coros, le sigue el Flaco Rodríguez y comienza un show presidido por el buen hacer del primero a la guitarra y las segundas voces, por la maestría del segundo a la hora de sacar de su garganta los ásperos registros del Sabina de los últimos tiempos, y por un sentido del humor que es el hilo conductor del espectáculo y que los diferencia de otros artistas que homenajean al maestro de Úbeda. Y es que estos dos músicos llevan casi ocho años con este proyecto pateándose la península, las Baleares, las Canarias, las ciudades españolas del norte de África e incluso México. No tienen que demostrar nada porque les sobran tablas y la alternancia de canciones con chistes y chascarrillos demuestra que los dos compañeros de viaje, aparte de ser buenos en lo musical, transmiten una camaradería y conexión, el uno con el otro, que se agradece en estas lides.
Comienzan con temas como Peces de ciudad, Que se llama soledad, Y si amanece por fin... homenajean a Serrat, Pimpinela, Mocedades o Calamaro, y eso es de agradecer, porque lo hacen con cariño, respeto, pero también con humor, y eso les lleva a estar en una línea diferente a la de otros tributos a Sabina que suelen quedarse solo en las composiciones del autor. Ellos van más allá construyendo una velada en la que todo encaja, divertida, compenetrándose con el público. El Volver de Carlos Gardel suena bonito en la voz de Ojeda, que suple a su compañero durante un descanso. Tocaron temas variados del repertorio de Sabina, de lo más popular a lo más exquisito por raro. Lo único que puedo echarles en cara es que ejecutaran Calle melancolía casi a ritmo de reggae intercalándola con No woman no cry de Bob Marley, igual que me sucedió con El Boulevar de los sueños rotos, que sonó acelerada, como si la tocaran con prisa… pero bueno, encima del escenario un artista tiene libertad de cátedra y cada cual entiende el show a su manera. El resto del repertorio impecable, emocionante el homenaje a José Alfredo con El Rey, generosos con el público que pidió Pacto entre Caballeros. Dos bises hermosos y un final a la altura con Tan joven y tan viejo.
Para todo aquel seguidor de Sabina enamorado de sus texturas compositivas. Se pueden cerrar los ojos e imaginar que el propio Sabina está cantando, hasta que el humor se cuela y te devuelve a la realidad, que no es ni mejor ni peor, es diferente, como los Sabineros, un proyecto de versiones que desmadeja con solvencia y oficio el cancionero de uno de los mejores compositores que ha dado este país.