Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: Javier Braojos
Una gélida noche de Terral la vivida el lunes en el Cervantes. Por una parte debido a la escasa presencia humana en el teatro y por otra a la temperatura tan baja a la que fuimos sometidos durante todo el concierto. Así, entre estornudos, gente poniéndose las rebeca y continuos carraspeos salieron los cinco componentes de Aba Taano (literalmente “los cinco”) al escenario.
Tratándose de un grupo básicamente desconocido en Málaga, cantando a capella y con un repertorio en su primera parte casi exclusivamente vernáculo, que además sale al escenario y se encuentra un teatro prácticamente vacío... yo diría que tuvieron el coraje y la calidad suficiente como para salir bastante airosos de tan dura experiencia para un artista.
Aba Taano desplegó todo un abanico de polifonías y melodías que se alejan mucho de la creencia habitual: en África la música es muy simple y nada compleja. Error. Debido a que la mayoría de las lenguas africanas son tonales, cantar en cualquiera de ellas supone casi percutir instrumentalmente cada sílaba cantada. Si a esto se acompaña. como es el caso de “los cinco”, de sonidos guturales, onomatopeyas e imitaciones de sonidos naturales y de animales... se obtiene un resultado atractivo y emocional, un efecto hipnótico y cautivador. Unas veces con las ambientaciones selváticas reproducidas por el coro, otras por las preciosas voces solistas o por los misteriosos y fascinantes bajos acompañantes. Puro animismo.
En África se trabaja con una escala solo de cinco notas. El hecho de prescindir de los semitonos (Fa y Si) y usar solo las notas naturales es lo que le dota de ese aire primigenio. Posteriormente el blues y otras músicas se adueñaron de esta prístina forma de hacer música. Pero, como dijo Bobby McFerrin tras un experimento con el público, "lo que resulta más interesante es que no importa dónde esté, donde sea, todas las audiencias lo entienden... Es la escala pentatónica...".
En una segunda parte (tras el tradicional cambio de vestuario) con el público más entonado, llegó el momento de esas versiones de temas conocidos que todo el mundo espera para acompañar y tararear. Fue una segunda parte con letras cargadas de espiritualidad y religiosidad occidental. Más alejada de su Uganda natal y su luganda natural.
Así, interpretaron canciones tan conocidas como la popular africana Mbube (león en zulú) de Solomon Linda, popularizada en los sesenta como the lion sleeps tonight por el grupo The Tokens.
Aun estando mucho más cercana a éstas formas más “blancas”, tuvo destellos de versiones como la más extendida en África de los Ladysmith Black Mambazo, algunos juegos de la legendaria Miriam Makeba, o incluso mínimos atisbos de la original y algunos arreglos propios.
Tampoco faltó el Only You que en los ochenta llevó a la fama a los Flying Pickets. Y entre todo esto lineas vocales en falsetes, cantos vibrantes, voces de terciopelo, con todo tipo de tonalidades y colores, notas cautivadoras, melodías etéreas y poliritmias típicas africanas, todo ello acompañado del ancestral colorido llegado de este continente y de sus movimientos incansables.
¿Cómo se puede cantar desarrollando movimientos que al común de los mortales nos dejarían sin resuello?
Misterios del continente originario.
Nabbaale Harriett, mezzosoprano
Nakandi Joan, contralto
Kamogga Morris, barítono (en algunas publicaciones le atribuyen Tenor, para mí más adecuado)
Ssenteza Derrick, bajo
Mayanja Louis, bajo