04/03/2015. Teatro Cervantes.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: web del cantante
Ismael Serrano recaló en Málaga avalado por el éxito de ventas de La llamada, un trabajo de composiciones gestadas a partir de ritmos de candombe, son y bachata, que habla de amor, desamor, protesta y cambio social.
El carnaval es tiempo de alegría, de festejar con nuestra mejor careta. Aprovechamos para silenciar nuestras amargas quejas cotidianas con gritos de matasuegras. Para los más reticentes a salir del letargo viene la llamada: una procesión danzante que recorre a golpe de tambor las calles de Montevideo reclutando soldados para combatir el hastío. Esta tradición uruguaya impregna de su espíritu festivo el reciente álbum de Ismael Serrano, La llamada, un canto a la esperanza, a la vivencia consciente de un tiempo efervescente y lleno de oportunidades.
Quiso el destino que La llamada compartiera ciudad con Joaquín Sabina en una noche dedicada a la canción de autor. En el palacio de deportes se presentaba la gira 500 noches para una crisis, un recuerdo al que, dicen, es su disco más redondo hasta la fecha. Resistió el Teatro Cervantes el golpe propinado por la coincidencia con un lleno para arropar la nueva propuesta del Serrano más bailable y optimista que se recuerda. La denominada generación perdida se ve reflejada en las letras de Ismael Serrano, y no pierde oportunidad de cantarlas en concierto.
Jacob Sureda –quien ha trabajado con otros artistas como Pasión Vega, Chenoa o Buika− firma los arreglos del disco y dirige la propuesta de La llamadaa en directo. En un brumoso escenario sembrado de almendros de led en flor, se parapetó tras el teclado para disparar samples, armonizar con bajos y adornar con un arsenal de instrumentos enlatados, líneas de piano y acordes atmosféricos. Flanqueado al otro lado por la batería y la percusión, presidía la terna el cantautor armado con dos guitarras, una mandolina y su voz melismática. La arenga de El dia de la ira abrió el concierto, seguida de ¿Dónde estarás?, la esperanzadora Te vi y No estarás sola. Siguiendo la alternancia entre temas nuevos y clásicos, el concierto avanzaba con la dulce Bachata mediterránea y la conmovedora Absoluto (de lo mejor del nuevo álbum) cuando Serrano corrió una cortina translucida sobre el escenario. En ella se proyectaron las imágenes de los ratones indignados de Rebelión en Hamelín, la lluvia amortiguada por el paraguas luminoso de Recuerdo y los casi desahuciados cerditos de La Casa y el lobo. Tras Ahora que te encuentro y Todo empieza y acaba en ti, se descorrió la cortina para enfilar la recta final del concierto. Te debo una canción o Candombe para olvidar antecedieron al himno de Papá cuéntame otra vez. Un recuerdo al maestro Sabina en Y sin embargo y Amores imposibles sonaron en los bises tras la coreada La llamada.
Porque fue el de la noche del miércoles en el Cervantes un espectáculo cuidado en lo musical y lo visual, resultó extraño que flaquease el sonido en algo tan esencial como la voz. La cálida propuesta (temeraria a ratos) de bajos volúmenes, sonidos poco estridentes en los agudos y contenidos en los graves, desatendió el registro medio, o, mejor dicho, lo saturó. Aun cuando la voz sin acompañamiento se percibía nítidamente, sumados el resto de instrumentos se volvía a ratos ininteligible. Un borrón que no acabó de empañar un concierto mágico, lleno de encuentros, desengaños y reivindicación social.
Voz y guitarras – Ismael Serrano
Dirección musical y teclados – Jacob Sureda