Teatro Cervantes. 15/03/2012
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: Daniel Pérez / TC
En febrero de 2010 nos visitaba por ultima vez Rodrigo Leão, en esa ocasión venía acompañado de Cinema Ensemble y el lugar elegido para el concierto fue el Teatro Echegaray. En la crónica que desarrollé del concierto comentaba que "Leão no es un virtuoso, ni siquiera un interprete al uso, es un hacedor de melodías y canciones y como tal hay que recibirlo y sentirlo".
Para esta ocasión nos trajo su recorrido habitual por su obra (incluyendo algún tema de la época de Madre Deus) y presentó algunos de su nueva grabación. En las interpretaciones de los temas pertenecientes a este su octavo trabajo en solitario, A montanha mágica, tocó el bajo eléctrico y se hechó en falta la presencia del contrabajo de Pedro Wallenstein, las guitarras de João Eleutério, Miguel Nogueira y Rui Vinagre que, aun estando publicitada, no acudió con su guitarra portuguesa. Pero estamos en tiempos de crisis y recortes y hay que acudir con los formatos de grupos reducidos. Pero no hay que subestimar la calidad de los músicos que le acompañaban, todos en un nivel extraordinario.
Este nuevo concierto solo contó con dos temas con soporte vocal, ambas canciones de trabajos anteriores, pero continúa con sus rasgos acostumbrados que brillan debido a la mezcla que realiza de temas para una formación clásica ejecutados de forma emotiva y elegante, y canciones y melodías de carácter popular en la misma tesitura. Rodrigo no reniega de sus raíces, ni de sus influencias y su pasado en otras experiencias, proyectos y formaciones. Persiste en su línea habitual: mucho fado, notable clasicismo, bastante minimalismo (un tema era una decalcomania de Michael Nyman), tango -y contra tango-, incluso aires balcánicos y transalpinos...
Rodrigo Leão no tiene complejos de ningún tipo a la hora de meter en la coctelera polifónica sus gustos más íntimos y hacer una obra que lo mismo te recuerda al chiquillo que se fue, zascandileando por las calles lisboetas, o te muestra al músico maduro y viajero, moderno pero atemporal, y siempre evocador. Su maleabilidad y plasticidad le permiten indagar y aventurarse en múltiples combinaciones, quizá menos de las que a un servidor le agradarían, pero suficientes para embelesar a los amantes de este tipo de música. Resulta imposible no dejarse llevar por la idea de los dedos de Ludovico Einaudi recorriendo el teclado, las composiciones de George Winston explorando todas las posibilidades del piano, Mertens, Nyman...
También practica pasajes con estilos acendrados pero en la mayoría de los casos la conjunción de estilos, como una suerte de alotropía, muestra sus particularidades, sus influencias y su personalidad musical adquirida por la acción de múltiples experiencias, proyectos y gustos. Así, puede mostrarnos un género musical de diferentes modos dentro de un mismo tema, derivando con ritmos y armonías de diferentes culturas, o hacer converger distintos estilos en una misma pieza. Todo de la mano y la creatividad de este músico inagotable y escrutador. Esta peculiaridad en la obra de Leão es probable que sea una de las razones de que una buena parte del publico caiga subyugado ante su música.
Como el jueves en el Teatro Cervantes, donde no demasiado publico acogió cálidamente su nueva propuesta y su revisión de las anteriores.
Rodrigo Leão: Teclado y bajo eléctrico
Viviena Toupikova: Violín y teclado
Bruno Silva: Viola
Carlos Tony Gomes: Violonchelo
Celina da Piedade: Acordeón y xilófono de metal