23/0/2020. Noches de Gibralfaro
Texto: Manuel Malaka l Fotos: Alfonso Millán
Antonio Reyes llegó este pasado jueves 23 de julio a nuestra ciudad, dentro del ciclo Noches de Gibralfaro. Un ciclo que se consolida año tras año por su calidad, y su maravillosa ubicación. En esta edición cambia su nombre, pero no su espíritu, abandonando aquel Julio Musical con el que comenzó hace ya siete años.
Gibralfaro es un marco difícil de superar para disfrutar de la música y el flamenco en las noches de verano. Nos ofrece la ocasión de redescubrir entre sus muros nuestro pasado, nuestra cultura, contemplando las luces de la ciudad desde su atalaya.
El ciclo hace hueco un año más al flamenco, al que ha sabido cuidar desde el comienzo en su programación. Durante estas ediciones nos ha permitido disfrutar en el Castillo de Gibralfaro de grandes artistas de la talla de Rocío Márquez, Carmen Linares, Dani Morón, Antonio Lizana,…
En esta ocasión la programación apuesta por la tradición y la pureza del cante de Antonio Reyes y su hermana Remedios. Sin duda, Antonio es una de las voces más flamencas de estos últimos años.
Fue una noche en familia. Remedios Reyes Montoya protagonizó la primera parte junto a su hermano Juan Ramón Reyes y la guitarra de su sobrino Nono, hijo de Antonio. Comenzó cantando por soleá, para continuar por tangos, seguiriyas,…Remedios que además de cantar, baila, puso el broche final a su actuación por bulerías. Se bajó de sus tacones y descalza sobre el escenario (una tradición que el baile académico de hoy ha ido desechando) puso fin a su actuación con un derroche de alegría, despidiéndose de Gibralfaro con un estupendo fin de fiesta por bulerías.
Antonio Reyes Montoya nace en Chiclana de la Frontera, en una familia gitana de larga tradición en el mundo del flamenco, que ha dado figuras como Pansequito. Antonio cuenta con una carrera muy sólida ya a sus espaldas. Alcanzó la consagración al ganar el Giraldillo al cante en 2014. Desde entonces lleva siendo cabeza de cartel de los festivales más importantes de toda Andalucía. Cuenta con dos discos en el mercado. El último, de 2015, con la guitarra de Diego del Morao.
Para acompañar a Antonio a la guitarra estuvo en esta ocasión Miguel Salado. Difícil encontrar un pero al recital de Antonio en lo formal. Quizás nos hubiera gustado escucharlo cantar algún cante de Málaga. Su voz es puro flamenco.
Hoy valoramos la pureza, pero también sabemos que el flamenco es mucho más que buen cante. El flamenco puede ser un grito de rebeldía, un canto a la libertad, un lienzo en el que crear, un refugio para la poesía, o cabalgando, una bandera de la dignidad del pueblo gitano. Todo eso y más ha sido y me gustaría que siguiera siendo el flamenco. La pureza no debería ser un refugio para el conservadurismo o la simpleza. El flamenco es mucho más, en la humilde opinión de este sencillo espectador que creció con Morente, Camarón, Lole y Manuel,… Ellos no solo fueron cantaores, fueron artistas. Y creo que hoy contamos con buenos cantaores, pero tal vez nos faltan artistas en el flamenco.
En el otro lado de la balanza. Mientras en el cante vemos un cierto letargo creativo, y quizás una ortodoxia demasiado conservadora, en estos días recibíamos con alegría la noticia del Premio Max del Público para Manuel Liñán y su último espectáculo, ¡Viva! (en el Teatro del Generalife del 3 al 12 de agosto). ¿Alguien sabe cuántos premios más necesita Manuel para que lo programe nuestro Teatro Cervantes?
En el baile se está viviendo un bullir de creatividad, y unas ganas de traer al siglo XXI el flamenco que en el cante quizás echamos en falta. Y es solo una reflexión, porque realmente, como os decía, Antonio nos ofreció lo que pedíamos, flamenco, puro flamenco, que no es poco.
En este año de enfermedades, pesares, temores, mascarillas, incertidumbres,… el cielo de Gibralfaro y el flamenco de Antonio Reyes y Remedios nos trajo, como dicen aquellas bulerías,: remedio pa to los males. Nos cargó de optimismo y nos inyectó esa deseada vacuna de pasión y vida, contra la pena y el desánimo, que solo tiene el flamenco, el buen flamenco.