Terral. Festival de verano 2012. Teatro Cervantes. 21/07/2012
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: Daniel Pérez / TC
Aunque Daniel Casares no tenga ya que demostrarle nada a Málaga, no puede negarsele la entrega, el derroche de trabajo, la pasión y, desde luego, la energía que despliega en cada uno de sus trabajos y conciertos. Como el del sábado en el Teatro Cervantes.
Su técnica y virtuosismo son sobresalientes y el desarrollo de su nuevo espectáculo es equilibrado y esta compensado en sus cuatro actos y doce cuadros en los que divide a los mismos, y su extraordinaria minuciosidad al estudiar y querer retratar cada uno de los detalles que ha bebido del Guernica lo destacan como uno de los mejores acercamientos con la guitarra a la obra del genio malagueño. Un genio malagueño al que tributa su cuota de genialidad el otro malagueño, aun no universal, pero que "con el tiempo y una caña..." "O un polo, una granaina y una guitarra..." todo llegara.
El despliegue de intensidad y fuerza, la capacidad de resistencia y la contundencia demostrada por Casares, nos muestra que estamos ante un músico que, aun estando por crecer y por pulir, apunta muy alto. El tiempo y su capacidad de esmerilar y bruñir cualquier acto o cosa, completara el trabajo restante para conducirlo y seguro que situarlo en el lugar que le corresponderá por sus valores y talento. Como decía el inefable Charles Chaplin "El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto".
Y este tiempo le ayudara a "sosegar los caballos", porque es tanto el poderío y la reciedumbre que muestra en su interpretaciones que a veces atraviesa a gran velocidad por fragmentos y momentos musicales que requerirían de otros matices y apuntes con un poco menos de garra. No obstante hay que apreciar el enorme avance en este aspecto que ha tenido el músico malagueño. Pero como todo es mejorable, queda dicho. Igualmente cabría decir de la sonorización del instrumento, un exceso de rever llevó a que no pudiera disfrutarse adecuadamente de los silencios. La propia definición de Música como "el arte de combinar los sonidos y los silencios" viene a reafirmar esta suerte de aforismo.
Por otra parte, la creatividad y fecundidad de sus composiciones, y el riguroso repaso que sus manos hacen de todos y cada uno de los 19 trastes y las 114 posiciones de los dedos en la guitarra (sin calcular las combinaciones) son verdaderamente impresionantes. No se si queda algo por explorar en la guitarra cuando se sienta a componer. Desde la preciosas Malagueñas con las que inicia el primer acto, hasta el final de fiesta por bulerías, fuera de programa y sin micros con que regaló al publico que lo ovacionaba, en doce temas tuvo cabida casi de todo: Fandangos, Alegrías, Bulerías, Tangos, Solea por bulerías, aires de ida y vuelta, Garrotin y hasta alguna composición muy clásica que no podríamos encuadrar en palo alguno de flamenco.
Y es que Casares traspasa en multitud de ocasiones las fronteras entre palos flamencos ejerciendo de Merlyn de la síncopa. Y no solo entre palos, sus composiciones trasponen técnicas clásicas y flamencas y viaja, ajustándose muy bien a los lugares que visita, trayéndose algo siempre adherido a sus temas.
Bueno, debo corregir pues no creo que las ovaciones fueran en exclusiva dirigidas a él. El trabajo grupal es reseñable, así como la elegancia con que músicos, cantaores, bailaor y bailarina de danza contemporánea se funden con las proyecciones de las pinturas de Andrés Mérida que vienen a sustituir las imágenes del Guernica que no se muestra por los problemas de derechos.
El problema de este tipo de interacciones entre artes, si no existe una verdadera transversalidad y un juego directo sobre la escena, es que llevan irremediablemente a que siempre queden supeditadas unas a otras, llegándose en este caso a que la propia prensa local haya dado un tratamiento a las pinturas de Andrés Mérida y a la vídeo-proyección como de adorno y, textualmente, como decoración. Y es que es tanta la intensidad y el brío puestos por Casares sobre las tablas que, desgraciadamente, una gran parte del publico se perdió lo que se estaba proyectando detrás, dado que a veces se perdía la conexión.
Es lo que tiene llegar a esos niveles de excelencia, tener ese duende y ese arte. El publico se desconecta de lo demás.
ACTO I: Cuna de mar
Cuadro 1: Málaga. Malagueñas
Cuadro 2: Minotauro negro.Fandangos
Cuadro 3: La ventana de la luz.
ACTO II: Esperanza en allegro
Cuadro 1: La vida de color.
Cuadro 2: Alegre infante. garrotín
Cuadro 3: Palabras con alas.
ACTO III : Cubismo y valentía
Cuadro 1: Cubismo.
Cuadro 2: Grito.
Cuadro 3: Caballo.
ACTO IV : El refugio del artista
Cuadro 1: La oración del soldado.
Cuadro 2: París. No flamenco
Cuadro 3: Horror y esperanza. La reconciliación.
Daniel Casares guitarra
Gaspar Rodríguez guitarra flamenca
Víctor Torres guitarra flamenca
Alfonso Aroca teclados y melódica
David Moreira violín
Rubio de Pruna y Juan Murube cante
Ángel Sánchez 'Cepillo' percusión
Sergio Aranda baile, palmas, coros y jaleos
Isabel Vázquez danza contemporánea
Juanjo Alcántara y Adolfo Vega palmas, coros y jaleos
Andrés Mérida pinturas