Teatro Cánovas, Ciclo Flamenco viene del Sur. 27/02/2013
Texto: Andrea Acquaroli | Fotos: Web compañía
La bailaora malagueña, desató todo su arte flamenco y gitano sobre el escenario, acompañada de su destacado guitarrista Curro de María y de sus otros excelentes músicos y cantaores;
todos juntos hicieron magia envuelta en danza y sonido, no hubo sentir que no estuviera vibrando y latiendo al compás de las coreografías y acompañamiento. Se los encontró sólidos, comprometidos y sabiendo claramente lo que darían de sí mismos: todo lo que saben, todo lo que sienten.
La Lupi fue desnudando su baile más íntimo y esa entrega brilló por completo en un teatro donde el cante, el toque y el baile sembraron con su esencia las emociones de un público participativo, implicado e inmerso en el espectáculo de principio a fin.
Yo conmigo misma es esa danza que uno quisiera que no acabara nunca, que durase toda la noche, todo el día porque viene desde adentro, como aquellas cosas que más se disfrutan. La Lupi desprende intimidad, técnica, libertad, desgarro y arte flamenco por cada poro que transpira en el escenario, tan fuerte es la entrega de la artista, que llega directo y fuerte al corazón del espectador, al que curiosamente, le sigue palpitando el son del taconeo cuando la función ya ha terminado.
La bailaora se atreve a dejarse la piel en todo momento mientras representa su danza y esto la honra aun más como artista. El flamenco es hoy “un poco de todos”, actualmente es considerado "Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad" y "Patrimonio Cultural Inmaterial Etnológico Andaluz". Pero estas calificaciones son de agradecer a artistas de la talla de La Lupi, que han sabido destacar este arte dejándose la piel, rompiendo fronteras y a su vez, dignificándolo sobre sus propias raíces.
Otro ingrediente más que caracteriza a este espectáculo es que, si bien sus artistas -como se hace evidente sobre tablas-, se han servido y nutrido profundamente de los clásicos, también apuesta a retoques modernos, figuras que recrean y juegan con la innovación, tanto en lo musical como en la danza.
No quisiera revelar más detalles, porque nada mejor que poder ver un espectáculo de este nivel y dejarse deslumbrar con esta perla flamenca, nacida en mil novecientos setenta y uno, y que con sólo doce años pertenecía ya a un pequeño ballet flamenco, haciendo galas en hoteles y tablaos de la Costa del Sol. Esta gran artista cuenta con una trayectoria impecable y progresiva.
Según sus propias palabras, ella sola se inscribió en el Conservatorio Superior de Danza, para cursar sus estudios de Danza Clásica Española y parece que sus frutos empezaron a dar de sí ni bien terminarlos, con una calificación de sobresaliente. Y a mi humilde pero sensible entender, a día de hoy esa calificación se sigue revalorizando. El público me da la razón sólo con traer a la memoria la emotiva e interminable ovación del final del encuentro.
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