13/05/2016. Teatro Cervantes.
Texto: Rosa Parra | Fotos: Daniel Pérez / TC
¡Qué pedazo de artista! Y lo que le queda todavía por dar y por aprender. Miguel Poveda se ha hecho ya un sitio entre sus maestros.
Miguel Poveda con su espectáculo Sonetos y Poemas llena el Cervantes, cuyo auditorio al completo le aplaude en pie, una y otra vez, detrás de cada una de sus intervenciones. El artista se ha dejado la piel y la voz en el escenario. Se entrega en cuerpo, alma y voz y conecta directamente con los corazones y el sentido artístico de los allí presentes, creando magia en algunos momentos, en que casi se podrían tocar los sentimientos a flor de piel de todos los espectadores.
Pétalos rojos que varían de color en las tablas del escenario, pequeñas lamparitas similares a candelarias o llamitas de vela pequeña, que dan luz a las partituras, crean una escenografía, pulcra, elegante y casi pobre, que es la que va a arropar al equipo de músicos que trae el artista, y a él mismo, en su actuación de esta tarde en el Teatro Cervantes.
Antes de que aparezca Poveda se incorporan al escenario los músicos y se distribuyen por el espacio de manera que quedan dos grupos de percusión a la derecha del escena, los palmeros a la izquierda, detrás de ellos el piano. Todos los instrumentistas con trajes oscuros. La cantante, Esperanza León, en el centro, con un elegante traje negro brillante y de espalda descubierta. Dejan calentar el ambiente con momentos magistrales de música española, en los que demuestran su maestría y dominio de sus instrumentos.
Los aplauso llenan nuestro querido teatro malagueño (que colgó el cartel “sin entradas”) cuando aparece el cantante, muy elegante también, de traje, con zapatos blancos, arranca con "Para la libertad" de Miguel Hernández, seguido de “Esto es amor” de Lope de Vega. Toda esta sobriedad se interrumpe de golpe con la cálida acogida que nos dispensa el maestro, casi una conversación, por las respuestas de risas y frases sueltas (guapo, artista, viva la madre que te parió, eres muy grande, etc.) Una charla distendida, en la que va desgranando sus orígenes familiares, su experiencia vital, y sus influencias musicales, que se inician gracias a un viejo tocadiscos que guardaban sus padres en su dormitorio. Su madre coplera y flamenca, su padre roquero, Pero ambos respetando todos los estilos musicales. Y de ese ambiente bebe Miguelito, casi a la vez que de la leche templada. Y gracias a ellos y a muchos artistas que le han influenciado: Paco de Lucía, Serrat, Camarón, Enrique Morente, Rafael, y muchos grupos de rock y pop.
Se declara amante de los clásicos y de su poesía, de sus palabras. Confiesa que siente pasión por el cante, delirio por el flamenco, amor inmenso por la música en general.
Luego nos contará más recuerdos de su barrio de Badalona y de su madre.
Mientras, el forillo parece tener vida propia, con diapositivas alusivas a los temas que canta. Entiendo todo como muy estudiado y medido, no se deja nada al azar.
El cantante con el corazón en la voz y el alma entre las manos, en un gesto habitual suyo, de apertura, con los brazos abiertos, logra conectar con el auditorio tocando el compás de nuestras raíces. Su expresión corporal está al servicio de su entrega musical y artística.
La segunda voz femenina, en el centro del escenario, va matizando la propia voz de Miguel y van empastando divinamente. Esperanza León, con desgarros flamencos en su timbre, pero melódica y sin querer destacar en las canciones que así lo requerían.
Pedro Guerra compone este álbum, Sonetos y Poemas , que nos presenta el artista ya internacional, en el que colaboran muchos otros conocidos artistas. Luis Eduardo Aute hizo un soneto para él: Las musas no aparecen, que tiene una letra divertida y atinada con la rima clásica.
En un momento dado, Miguel se declara pacifista y denuncia muchas de las inhumanidades que estamos viviendo en nuestro país y en el mundo entero. Poveda se pone de parte de los sin techo y los pobres, de los trabajadores y del pueblo, de parte del ser humano. Y después de emocionarnos con sus palabras canta a Rafael Alberti: Guerra a la guerra y el público se pone en pie, impulsivamente, como por resorte, en un aplauso unánime.
Destacar la Guitarra de Juanjo el Chicuelo, quien con esmero prepara el ambiente para la parte flamenca del espectáculo, mientras el maestro se cambia.
En este momento tomo conciencia de que la producción de Eugenio Lamarque es exquisita. Se recrea en los detalles, pero lo hace de forma sutil, casi inapreciable a un ojo profano, pero dotando de calidad a todo el espectáculo.
Poveda se sienta en la silla ya sin chaqueta, con el chaleco y camisa blanca, para adentrarse en uno de los palos mas serios, que requiere concentración y destreza, que nace de lo más profundo y deja un quejio resonando en el aire: la solea.
El jondo lo hace sentío, entonado con el alma y con unos quejios largos y armoniosos, con armónicos de diferentes timbres.
Realiza un viaje musical por las minas, por Cai, por Triana, por Lole y Manuel, por los bajos del rio sevillano y llega hasta Badajoz. Desde Remedios Amaya, hasta la Marelú.
Y entrando ya en la parte final del concierto, inicia su gracioso Popurrí de coplas con mucho arte y sentido del humor, el cual abre paso a su estación final de coplero de pro. Joan Albert Amargós, el maestro catalán que le ha hecho todos los arreglos, al piano, lo acompaña con serenidad, maestría y sensibilidad: Te estoy queriendo a ciegas, Tu boca con la mía, Aurora… Sonetos y poemas versionados por Miguel Poveda
Los Palmeros eran de Jerez, tierra de arte y de germen flamenco Paco Gonzalez, Emiliano Montoya y El Loco. Percusiones varias: Javi Cabella y Antonio Coronel.
El concierto terminó con su versión de La leyenda del tiempo, otra obra maestra (ya intemporal) de Paco de Lucía, que hace suya y engrandece, si cabe, más todavía. Bueno, en realidad sus conciertos no terminan nunca con una canción, terminan cuando una señora mayor, fan anónima y que quiere seguir siéndolo, le entrega un ramo de flores, cosa que hace en todos sus conciertos, pues le sigue allí por cada ciudad a la que va a cantar.