Teatro Cervantes. 26/12/2012.
Texto: Daniel Lozano | Fotos:
Hace poco más de un año el espectáculo del Alabama Gospel Choir nos deleitó con un concierto inolvidable de góspel, una plegaria hecha canción que partió del dolor del blues y de los espirituales negros. Si hay algo que el público no olvida es la capacidad de éste para memorizar los sentimientos que les ha provocado un concierto en especial. Muchos de los allí presentes repetían para ver un año más a este coro, y coincidían en reconocer que el espectáculo perdió la virtud de emocionar.
En líneas muy generales el concierto estuvo deslavazado, ruidoso, ostentoso y en ocasiones hasta vulgar. A pesar de todo una formación como esta donde el nivel musical de los cantantes es tan alto, tuvo momentos majestuosos.
El espectáculo lleva el nombre de Halleluja! Oh Happy Day! y está compuesto por más de 30 artistas y el acompañamiento musical de piano, bajo, saxofón y trompeta. Realmente los músicos tuvieron poca presencia, ya que casi todo estaba secuenciado, y el pianista abandonó su labor de directo para limitarse a disparar bases musicales y a interpretar baterías con un teclado, algo que en mi opinión me pareció muy pobre. Los vientos se limitaron a apoyar algunos arreglos que ya iban grabados en la secuencia y a veces simulaban que estaban tocando para dejar sonar a los metales que se asomaban desde las frías bases.
El sonido fue malo. Teniendo en cuenta que el espectáculo tenía tres cuerpos en lo que se refiere al sonido (el coro, el acompañamiento musical y los solistas), no hubo empaste alguno. Incluso dentro del plano instrumental no había equilibrio, ya que la secuencia estaba muy por encima de la música que se realizada en directo, a excepción del bajo, que sonaba más que ninguna otra cosa en el escenario. Las voces de los solistas apenas se entendían entre tanto derroche de graves y volumen de la secuencia, y el mismo coro sufrió también aquello, llegando al punto de no poder apreciar los distintos colores que ofrece las bellas armonías de la música góspel. Fue un despropósito para el buen gusto y para la calidad que atesoraban esas extraordinarias voces.
El comienzo del espectáculo auguraba la gran diferencia de este año respecto al anterior. Una chica bailaba una mezcla de danza del vientre y de baile de barra que podemos presenciar a altas horas de la madrugada en una noche cualquiera en las escaleras del Onda Pasadena. Luego esta chica se limitó a simular que cantaba junto al coro góspel separándose del mismo y manteniéndose lejos de cualquier micrófono (me pregunto si será algún familiar de los artistas). Mientras hace un año se decidieron a sobrecoger el corazón de los presentes, este año abandonaron la oración en favor del artificio y la pandereta. El escaso público y el precio alto de las entradas no acompañaron a esta nueva propuesta, que seguro que no disgustó a todos (para gustos los colores).
El repertorio tenía como base un buen número de temas clásicos del góspel, tales como Sunday Morning, Nobody but Jesus, Joy to the world, Oh Happy Day, etc. Hubo versiones como I want you Back de Michael Jackson, September de Earth wind and fire o What a wonderful world de Louis Armstrong. De todas las canciones destacó la interpretada por la solista Ashaala Shanae y la ejecutada por el coro entre el pasillo del patio de butacas tras el descanso, que sirvió de reminiscencia del año pasado, haciéndonos recordar el por qué repetimos una vez más muchos de los presentes. El coro entremezcló sus voces desde el corazón del teatro con un único fin, conmovernos. En fila india se iban alternando para cantar hacia un lado y al otro del patio de las butacas para crear una acústica que preservaba todos los matices y colores de las armonías que en gran parte del espectáculo no pudimos disfrutar debido al nuevo concepto de show y a los planos sonoros del mismo. Momentos como ese salvaron el concierto donde faltó misticismo, recogimiento, mejor sonido y más intervención del pianista.
Asimismo me fue imposible no acordarme de Salvador David García Fernández, un extraordinario pianista que interpretaba este género como ninguno, un músico que aunaba el misterio de la belleza en cada uno de sus dedos. Seguro que desde el cielo sonaba todo el piano que nos faltó abajo.
Comentarios
La acústica era Malísima.Pésima.Apen as de podía oír al Coro.. Además de que la actuación dejó mucho que desear.. Únicamente acompañados de un Piano y Sintetizador..( y una triste pandereta de una vocal del Coro).
El repertorio nada atractivo..Ninguna canción de Navidad..El nivel del Grupo muy Mediocre.
En el mundo del Gospel podemos encontrar grupos brillantes,pero este muy muy flojo...El precio de la entrada fué de 36,40€ Un precio muy elevado para la poca Calidad.
Que no nos engañen.Aunque en España apenas tenemos grupos de Gospel,No somos tan ingénuos.
Un saludo a todas y todos.