07/11/2022. Teatro Cervantes. 36 Festival Internacional de Jazz de Málaga.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Trevor Hagan / Winnipeg Free Press. Matt Forsythe.
El pasado lunes pudimos disfrutar en el Teatro Cervantes de uno de esos conciertos que hacen grande un festival.
Aziza -nombre de una sobrenatural tribu africana de sabios consejeros- surge en 2016 cuando el contrabajista británico Dave Holland reunió a Chris Potter (saxofón), Lionel Loueke (guitarra) y Eric Harland (batería) para grabar el único disco homónimo publicado por la formación hasta el día de hoy y que presentó en nuestra ciudad. En él encontramos 8 cuidadas composiciones, dos temas originales por músico, que mezclan jazz contemporáneo, música africana y funk a partes iguales.
De un grupo de "all stars" como el que ocupaba el escenario, cabría esperar un collage de brillantes intervenciones a semejanza de un "patchwork" -ya saben, esos trozos de tela que se enjambran para formar un todo más o menos atractivo-, pero lo que realmente contemplamos y escuchamos es la audaz suma de genios que se complementa, se escucha y ejecuta en busca de un fin común: música de verdad, jazz de calidad.
El bajo de Holland y las baquetas de Harland ya se habían conocido en Prism (Dave Holland, 2013), al igual que el saxo de Potter y la guitarra de Loueke en otros proyectos, como el liderado hace años por Herbie Hancock. En esta familiaridad, cada músico encuentra su sitio para refulgir y, sobre todo, para sustentar al otro. Pocas veces verán al saxofón marcar las ruedas en el solo del batería, pero Potter, que está desde hace tiempo a un nivel interpretativo desmesurado, no duda en remangarse y soplar los cambios de compás.
Dave Holland, pese a su edad, está en forma. Su afinación y su pegada es precisa y contundente. La elegancia de Harland es solamente comparable a su versatilidad y su deslumbrante locuacidad. Loueke cambia los registros de su guitarra, desde algo parecido a un solo de metal, a los acordes arpegiados tan característicos de su Benín natal, pasando por sonidos sintéticos cercanos a un teclado sin perder su esencia, su seña como solista y como avezado acompañante, lo que le ha convertido en una figura única en la escena internacional de jazz. ¿Y qué decir de Potter? Su saxofón camina entre el bien y el mal. Su dominio de la armonía, de las cadencias y de las dinámicas trasciende la técnica musical.
Todo un regalo para los oídos lo que durante casi dos horas nos regaló este super cuarteto en lo que fue uno de los mejores conciertos que pudimos disfrutar en la 36 edición del Festival Internacional de Jazz de Málaga.