Teatro Cervantes. 05/05/2013.
Texto: Daniel Lozano | Foto: Daniel Pérez / TC
El pasado domingo se representó el espectáculo La Rayuela en un Teatro Cervantes con apenas un tercio de entrada. Estamos ante una obra del productor y gestor cultural Manuel Praena, en la que realiza un recorrido a lo largo de la novela del escritor argentino Julio Cortázar. La Rayuela es una de las novelas latinoamericanas más significativas del S.XX, calificada por muchos como la “antinovela” por su estilo surrealista y su carácter innovador, aunque según el propio escritor prefería que la tildaran como la “contranovela”, ya que no tenía la menor pretensión de romper este género.
La propuesta del espectáculo consiste en alternar los textos de Manuel Praena, inspirados en dicha novela (voz en off) con la interpretación en directo de la música que el escritor escuchaba mientras escribía la novela entre 1953 y 1963, fecha de su publicación (seleción realizada por el propio productor y escritor). A lo largo de la tarde pudimos escuchar temas de Benny Carter, Lester Young, pasando por Bessie Smith o Dizzy Gillespie, Oscar Peterson, Jelly Roll Morton o Coleman Hawkins, todos interpretados por una banda compuesta por Juan Sánchez al piano, Marcelino Merino a la guitarra y al banjo, Alejandro Pérez al saxofón y clarinete, David Herrington a la trompeta, Richie Ferrer al contrabajo, Carlos ‘Sir Charles’ Gonzalez a la batería y Pía Tedesco a la voz.
La aparición de la banda en el escenario trajo la elegancia tanto en el sonido como en la indumentaria, y es que siempre es de agradecer un buen traje negro sobre el escenario, más si la puesta en escena trascurre en un teatro. Básicamente es la mayor virtud que ofreció el conjunto de músicos, buen sonido, elegancia y tablas, tarea más que suficiente para el papel funcional que protagonizaba la música.
La puesta en escena fue sobria, sin alardes, justa y necesaria para arropar a la palabra, verdadera protagonista de la tarde. Tarimas para dar relieve a los músicos, proyección de imágenes al fondo del escenario y un pequeño decorado a la derecha del escenario que en un principio se escondía bajo sábanas blancas y que tras la primera aparición de Pía Tedesco (justo en la interpretación del cuarto tema) fueron destapadas al público. Dos percheros y dos mesitas como guiño bohemio de la estancia en París de Horacio Oliveira, protagonista de la novela. Una sostenía una vieja y sufrida máquina de escribir, la otra no pude ver qué mantenía por tener unos percheros delante.
El quinto tema fue Body And Soul de Frank Sinatra, y a la cantante le faltó carisma, verdad y sugerencia a la par que a la base rítmica se le escapaba la espina dorsal del tempo, evidenciando muchísimos desajustes en los breaks y en el propio camino del tema, que en más de un momento temí por la integridad del mismo.
La interpretación de temas como Les amoureux du Havre de Eddie Constantine y Balada para un loco de Astor Piazzolla brindó luminiscencia a la hierática propuesta musical y poco a poco la banda ganó en espontaneidad y frescura.
Mención especial para la actitud, lenguaje y arreglos musicales que brindó Alejandro Pérez, músico estiloso y distinguido, que junto al trompetista portaron en todo momento el primer plano de la banda, resultando a veces demasiado insistente, más cuando cuentan con un extraordinario pianista que fue capaz en el único espacio que dispuso (en una introducción a un tema) de exhibir veteranía y distinción, destapando entre sus dedos todo un equipaje de experiencia en el arte del acompañamiento.
Dejando la música a un lado, es preciso subrayar el buen gusto en la elección de los pasajes que durante la obra fueron recitados. En mi opinión elegir bien es un arte y la selección de lecturas fue magnífica, sugerente, evocadora y excitante.
Asistimos a La Rayuela, una propuesta distinta que debería tener más presencia en la agenda cultural de nuestra ciudad. Todo un acierto para los amantes de la cultura, un encuentro entre literatura y música, que el propio Cortázar definía como ”melancólico alimento para los que vivimos de amor”. ¿Qué será de nosotros después del amor?