Teatro Echegaray. 29/12/2011
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: web de los grupos
La noche del jueves 29 de diciembre de 2011 será recordada como la noche del Route 66 o lo que es lo mismo, la noche de Steve Themonk," responsable del éxito y popularidad de un espacio que regentó magistralmente con tanta honestidad como exigencia", recogía acertadamente la nota de prensa del Teatro Echegaray.
Era imposible no retrotraerse y recordar con nostalgia lo que pudo ser si, algunos años atrás, hubiera prosperado una iniciativa parecida que se pergeñó en Málaga cuando el triste incidente del robo e incendio del Jazz Barbacoa.
Gran parte del mundillo del blues en Málaga (se echó en falta la presencia de otros clásicos de éste género de nuestra provincia, léase Anomia Blues Band o similares) se dio cita en esta noche de distorsiones, overdrives, wah-wah y potentes guitarras. Sobre todo esto último. Porque podemos hacer diferentes lecturas según veamos la noche desde distintas perspectivas.
Nadie puede negar que fue un concierto en el que todos disfrutamos mucho, nos divertimos y pudimos comprobar que aquí, en Málaga, tenemos buenos músicos de blues; algunos mejores que otros, otros bastante mejores que unos, que hay quienes practican el blues más clásico así como quien lleva al blues a parcelas más cercanas a la fusión, al bluesrock... Bueno, nada nuevo. Tampoco se puede negar que en nuestra ciudad seguimos sin tener un cierto orden y control sobre el sonido y la sonorización de este tipo de conciertos. Y mucho menos sobre el volumen y limpieza de los directos, algo sobre lo que ironizó posteriormente el teclista Jesús Durán.
También se pudo comprobar lo que un amigo teclista me dijo una vez y que hoy día me cuesta trabajo contradecir: "cuando os reunís más de un guitarra a tocar, al resto de los músicos nos cuesta trabajo oírnos". Y es que no termino de entender esa especie de ansiedad sonora que suele producirse y que lleva a los guitarras a una extraña competencia por alcanzar el mayor volumen posible. Es como si confundieran tocar bien con tocar alto, o lo que es lo mismo, que el mejor guitarra es el que le da más volumen al instrumento.
Abrió la velada Mama Paula que supo despertar el apetito musical del público con su característica forma de tocar la guitarra y cantar. Algunos echaron de menos su magnífica versión del Still Got The Blues del irlandés Gary Moore, a la que nos tiene acostumbrados, pero en esta ocasión se mantuvo en una línea más blusera. Le siguió el grupo Mama Kin del que puedo asegurar que tiene buenos músicos y una buena cantante, Vicky Peláez, algo que fue difícil de comprobar dada la carrera de sus dos guitarras por alcanzar el máximo volumen. Es una lastima porque por momentos sonaban muy bien. Pero fue la tónica general de la noche.
Dieron paso a continuación a David Quintero, único miembro del Trío del Saco que faltaba, dado que el batería Miguel Batún y el bajista Ángel Quintero forman parte también de Mama Kin junto a Daniel Lozano a los teclados, la propia Vicky y los guitarras Fran Pacheco y José Luis Delgado. El evento subió algunas décimas más de intensidad y de volumen. Para esta parte nos reservaron la sorpresa del celebrado solo a la guitarra de Javier Martín, bajista de la Spanish Band que ahora recorre las tablas acompañando a Richard Ray Farrell. Estos fueron los siguientes en dar cumplido paso por escena, no sin antes destaparse el Trío con una versión del Spain de Chick Korea, con el concurso de Daniel Lozano en el papel del de Massachusetts. Desgraciadamente de nuevo los exagerados volúmenes de la guitarra y el bajo tampoco dejaron oír mucho de él. No obstante, en aquellos momentos en que no coincidían guitarra y bajo en el concurso de volumen, pudieron apreciarse unas interesantísimas escalas de piano.
La salida de Richard Ray Farrell y la Spanish Band fue bastante ocurrente debido a la anécdota anteriormente citada, con Jesús Durán (tan buen teclista como personaje imprevisible), armado de escobas y recogedor, ironizando pues Richard quería un sonido limpio. Nada más cercano a la realidad. Cuando la banda inició los primeros compases pudo distinguirse claramente la diferencia. Está claro que Richard es un clásico en esto del blues y algunos pueden opinar que sus modos y formas son antiguos, pero es innegable el gusto y la limpieza de sonido (de agradecer) que permitió percibir perfectamente todos los instrumentos sonando al unísono. Con un Quique Porras a la batería que no necesita demostrar nada, "un incombustible, potente, seguro y contundente músico" (como ya califiqué en su día). Al bajo una persona que todos los solistas quisieran tener detrás, "todo un seguro de vida en el escenario como es el infalible, sólido, fiable y tranquilo Javier Martín, todo un clásico de la escena musical malagueña", escribí el pasado mes de mayo.
Para rematar la noche salió a escena Lito Blues Band, con un formato reducido de banda en el que se echaban de menos las recientes incorporaciones de Manu Muñoz a la Guitarra y voz, y Toni Romero a los teclados de su Lito vs. Clapton. Pero no se desdibujó mucho el resultado del formato reducido. Como siempre, la voz de Suzette Moncrief puso la calidez y la contrapartida a tan electrizante sonido. De Lito todo el mundo sabe lo que pienso y lo que he escrito de él puede leerse aquí: “La Púa de Blues más rápida a este lado del Guadalhorce”
Como en todo encuentro o reunión de músicos que se precie, una jam por la que pasaron todos fue el bis y despedida merecida a esta memorable noche de homenaje y tributo a otro de los locales míticos que nos dejaron y que supusieron durante mucho tiempo la única posibilidad y salida para multitud de bandas y grupos de Málaga, así como lugares a los que acudir para un público ávido de otras músicas que no sean las imperantes de las modas y el sistema del negocio de las discográficas y "sgaes" varias.