Miércoles 05/03/2014. Teatro Cervantes
John Mayall celebra su 80 cumpleaños en el Teatro Cervantes
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Daniel Pérez / TC
En un concierto de casi dos horas el legendario bluesman británico repasa los grandes éxitos de su dilatada discografía.
No se entiende el blues europeo (si tal cosa existe) sin la figura de John Mayall. A sus 80 años el músico británico puede presumir de ser un referente del género y una auténtica cantera de grandes talentos. Eric Clapton, Peter Green y Mick Taylor entre otros han formado banda con Mayall. Tampoco se entiende que la afición blusera malagueña no abarrote el Cervantes en sus frecuentes visitas a la capital de la Costa del Sol.
El concierto empezó frio, por parte de la banda y del respetable. Se percató Mayall de la situación e instó al público (respetuoso pero demasiado callado, estas fueron sus palabras) a levantarse de sus cómodos asientos y arroparles cerca del escenario, pero no se le hizo mucho caso. Terciado el concierto y tras algunos temas algo planos despertó la banda, quizá cansada por su actuación en Madrid de la noche anterior. El solo de bajo de Greg Rzab en Somebody is acting like a child pareció decirle al público que no sólo sabía acompañar con maestría, sino que en sus dedos había pólvora y que se había encendido la mecha. La armónica y los teclados del cantante se fueron intercalando con unas guitarras de líneas simples pero curtidas, llenas de sabiduría en su sonido desnudo, casi pueril. El clímax era cosa de la guitarra eléctrica de Rocky Athas, quien dio una auténtica lección de gusto y técnica, aspectos tan enfrentados a veces en otros guitarristas del ramo.
Tenía que ser el lento de So many roads que marcaba el ecuador del concierto el que nos regalara el momento mágico de la noche, no en vano el blues es canto triste por naturaleza. Los reposados desarrollos partiendo desde piano hasta romper arriba en la tensión del tema bien pagaron el precio de la entrada. Mayall es músico de banda, alejado de egocentrismos, y así lo demostró reclamando luces al técnico para sus acompañantes cuando el foco se centraba en su figura. El único y soberbio solo de batería de Jay Davenport anunciaba el colofón de un concierto que como bien señaló mi acompañante se hacía largo al cuarto de hora y se nos hizo corto al final.
El aclamado Room to move fue el único bis de un concierto de blues sin concesiones, con momentos de muchos quilates, los que solo un auténtico mito puede ofrecer sobre el escenario.
John Mayall 80th Anniversary Tour: