Viernes 17/07/2015. Alhaurín de la Torre. El Portón del jazz.
Texto: Carlos Guerrero │Fotos: Facebook de Portón del Jazz
Con esta broma sobre los diferentes lugares por los que la gira le lleva, empezó Richard Bona a meterse al público en el bolsillo.
Un auditorio que, pasados diez minutos de la hora programada, esperaba impaciente la aparición del bajista a escena, acompañado del Mandekan Cubano.
Apadrinado por Joe Zawinul a su llegada a Europa (con el que grabó We the people en 1992), Richard Bona dio el salto a Estados Unidos animado por Mike Stern. Allí continuó su carrera en solitario a la vez que compartía escenario con artistas de la talla de Pat Metheny, Chick Corea y el mismo Mike Stern, entre otros. Pronto, se comenzó a hablar de ese chico de risa perenne que tocaba el bajo y cantaba en douala (su lengua natal), y que acabó por convertirse en uno de los bajistas más talentosos del panorama jazzístico neoyorquino. Actualmente, sus colaboraciones son muy diversas, abarcan desde el free jazz a la fusión con el rock, pasando por el funk, el soul, el blues y el pop. Sus composiciones en solitario son el resultado de la mezcla de su concepción del jazz basada en bellas y elegantes melodías y una fuerte carga rítmica africana, todo ello sublimado por su talentosa voz aterciopelada.
Además de sus grabaciones de estudio -Secenes from my life (1998), Reverence (2001) Munia: the tale (2003), Tiki (2006), The ten shades of blues (2010) y Bonafied (2013)-, en 2008 grabó Bona makes you sweat: Live (2008), donde se recoge su directo, sin que este formato haya sufrido grandes cambios en los últimos años.
Aunque siempre es un placer acudir a los conciertos de Bona, hace ya casi una década que me encandiló en Jimena de la Frontera, y desde entonces la variación de su espectáculo ha sido casi inexistente si no tenemos en cuenta los cambios de formación o su gira con Toto y Lokua. Si añadimos que su nombre ha aparecido en numerosos festivales de jazz de Andalucía, supongo que muchos de los espectadores ya lo habrán visto en directo en más de una ocasión. Siendo así, estarán de acuerdo conmigo en que cierto tufo de acomodo se huele en la trayectoria del multinstrumentista camerunés. Sus bromas con el público, su espectáculo con los loops o los mismos temas con los que abre y cierra cada concierto son cosa ya sabida por quienes le seguimos desde hace tiempo. Y todo esto quedaría en anécdota si no se notara esta misma indolencia en los temas que componen el repertorio. En la noche del pasado viernes, Bona casi se limitó a dirigir los solos del Mandekan Cubano mientras dibujaba a su antojo las armonías y los ritmos. No seré yo quien pida músicos de circo, más entretenidos en mostrarnos su dominio de la técnica que en emocionarnos, pero su nula participación en las ruedas de solos o la falta de concentración en los temas lentos y evocadores en pos del chascarrillo no hacen justicia a su talla como compositor e instrumentista.
Pudimos disfrutar del fogoso piano de Osmany Paredes o la velocidad endiablada en las manos de Roberto Quintero a las tumbadoras. Ambos dejaron los mejores solos de la noche en sus intervenciones. La sección de viento metal compuesta por Dennis Hernández a la trompeta y el trombón de Rey David Alejandre estuvo excelente en los tutti y algo encorsetada por la brevedad en las ruedas de solos, si bien dejó chispazos de talento. El buen hacer de Luisito Quintero a la batería y el cajón cerró el sexteto.
Escuchamos Engingilaye, Mut Esukudu -lo mejor de la noche-y O Sen Sen Sen entre otros temas movidos a ritmo de salsa y de son cubano. Mediado el concierto, se quedó Bona solo sobre el escenario para interpretar una versión de Dina Lam. Más tarde, acompañado de Osmany interpretó una bonita canción portuguesa (escrita por una amigo dentista, pero de la cual decía desconocer el título), preámbulo del espectáculo con la grabadora de loops, que Bona bautizó como la Spanish vodoo machine, y con la que dio buena cuenta de su capacidad para crear ritmos y melodías a múltiples voces. Con Te dikalo y los juegos de voces con el público se enfiló la recta final, dejando para los bises una bella melodía de voz y bajo, Sleep song o la canción para que nos fuéramos a dormir, según el propio Bona.
Como es marca de la casa, el sonido fue excelente, y aunque quizá anduvo falto de volumen, estuvo cargado de matices y cambios de dinámica.
No quisieron los dioses que se materializara la amenaza de tormenta en el Portón, descargando el chaparrón sobre las miles de cabezas sudantes que a pocos kilómetros se amontonaron en Los Álamos Beach Festival. Capricho divino o casualidad, decidan ustedes. Aun así, nos mojamos un poco.
Richard Bona – bajo eléctrico, voz
Mandekan cubano:
Osmany Paredes – piano
Roberto Quintero – percusión
Luisito Quintero – batería y percusión
Rey David Alejandre – trombón
Dennis Hernández – trompeta