13/11/2016. JXAXZXZ. 30 Festival Internacional de Jazz. Teatro Cervantes.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Promocionaes / TC
El pasado domingo se cerró el 30 Festival de jazz internacional de Málaga con la fuerza de la Stanley Clarke band. Venían a presentar su último álbum, UP, aunque también hubo tiempo para repasar alguno de los clásicos del bajista. ¿Qué decir de Stanley que no se haya dicho ya? Es uno de los músicos que más ha aportado a la concepción actual del bajo eléctrico y del contrabajo como líder de la banda. Desde que apareciera en la década de los 70, ha colaborado con los más grandes y ha escrito su nombre en los anales del jazz-rock con bandas como Return to forever. La Stanley Clarke band ha ido cambiando de componentes si bien mantiene la potencia y la calidad. En esta ocasión, Stanley se rodeó de un trío de músicos insultantemente joven. El georgiano Beka Gochiashvili al piano y teclados apenas cumplidos los 20 años es un músico con un presente brillante y un futuro prometedor. Tiene gusto y fuerza, y una madurez interpretativa impropia para su edad. Cameron Graves, el único treintañero, busca en su teclado contorsiones armónicas desde construcciones más verticales que Beka. Y con veinte añitos Michael Mitchel es pura energia (un tanto desvocada) con las baquetas.
Solo seis temas fueron suficientes para completar dos horas de concierto extenuante. Sin apenas concesiones para la calma, cada tema sonaba más potente que el anterior en una sucesión interminable de solos. Tras los ajustes del comienzo, llegó un homenaje a Charles Mingus con la versión de Good bye pork pie hat, tema que el más vanguardista de los contrabajistas dedicara a Lester Young tras su muerte. Fue la única vez que Clarke cogió su bajo eléctrico hasta que lo volviera a hacer en los bises. Quizá los fallos de sonido en el instrumento limitaron al músico. También se acordó Clarke de su amigo Chick Corea, interpretando No mistery para acabar el concierto. Ya en los bises, el público entregado se levantó de sus asientos para corear el funky de despedida que nos tenían preparado.
El hombre, el mito, la leyenda es lo que leemos al entrar en la página web oficial de Stanley. Cuando saltamos la página de inicio se nos recuerda que Clarke fue el liberador del bajo (tal cual). Y es verdad que el bajista es grande, pero también algo pretencioso. Se sabe todos los trucos del showman para sacar el aplauso. Es tan americano el espectáculo que después de cada solo, la banda deja de tocar para que el público palmotee a gusto. Da la sensación de que Stanley se ha conformado con la clave del éxito que conoce, sin ofrecer casi nada nuevo a los que ya lo conocemos desde hace tiempo. Y no es que esté mal, es que llega a cansar. Pero el teatro estaba lleno y cada ovación un estruendo.
Cien años dijo tener Stanley cuando presentó a la banda señalando por contraste la juventud de su banda. No son tantos años, más bien parece que el bajista se resiste a envejecer, afectado por el síndrome de Peter Pan. No lo digo porque el gigantón se mantenga en forma, sino por la frivolidad de la propuesta. Que sí, que es un grande, incluso una leyenda, pero parece que el mito se comió al hombre, ¿o deberíamos decir al músico?
The Stanley Clarke Band
Stanley Clarke, contrabajo
Beka Gochiashvili, piano
Michael Mitchel, batería
Cameron Graves, teclados