Teatro Cervantes. 15/10/2011.
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: web de la producción
"Al final del Arco Iris", considerado el mejor texto de Peter Quilter, y a la que gusta que denominen como «una comedia musical dramática>, trajo al Teatro Cervantes de Málaga una buena muestra de paralelismos vitales. Una trama urdida entre dos mundos que pertenecen a una misma vida y a una misma existencia, pero que parecen dos universos y dos épocas diferentes.
Quilter recrea una historia que se mueve entre la alegoría y la vida misma, entre el ahora y el ayer. Con solo tres personajes teje una crónica de los últimos días de triunfo, caída, esperpento y de nuevo triunfo de la estrella, mostrándonos las principales claves y la verdadera esencia de su vida.
Con tan sólo 25 años Judy Garland ya habían recorrido todas las desgracias y parabienes que la vida puede deparar a personas a lo largo de toda ella: triunfo y estrellato total, barbitúricos, anfetaminas, matrimonios y divorcios, electroshocks y sesiones de psicoanálisis, desintoxicaciones y recaídas, retiradas y regresos al mundo del espectáculo, todo ello resultado del fulgor y el éxito precoz y de todo lo que conlleva.
A través de un juego inteligente de paralelismos, la obra nos permite acceder a todos estos aspectos. Al tiempo que nos da a conocer el primer plano de la estrella en sus últimos días artísticos e incluso de vida, muestra el resumen de muchos de los factores que fueron determinantes en su vida: el papel de la familia y de la industria cinematográfica en los abusos, el auge y la caída de una niña que no tuvo niñez, forzada a ser estrella.
Con todo este entramado de fondo, la producción que se nos presenta de este fantástico texto es francamente emotiva, divertida, animada y con un nivel de calidad muy notable. Comenzando por la, para mí, sorprendente y elevada categoría de la interpretación que despliega sobre el escenario Natalia Dicenta. Su voz, su forma de cantar y de integrarse en un personaje tan especial como difícil, con ese carácter de diva que igual añade a la obra grandes dosis de humor como de drama. Natalia se mueve magistralmente por registros tan variados como irascibilidad, provocación, sensualidad, dolor, tristeza, humor, amor, debilidad, dureza, clarividencia, lucidez, talento, obcecación, torpeza y la enorme capacidad de la diva de arder y resurgir en instantes. Una lástima lo de Natalia Dicenta; no hace mucha televisión ni cine, eso en el mundo actual es no existir. Aunque quizá el hecho de no estar viciada por estos medios le otorga ese poso de actriz con mayúsculas.
Miguel Rellán, también sorprendente; este sí tiene vicios de cine y televisión, pero cuando uno lo ve sentarse al piano, tocar y dirigir al grupo, cambia la perspectiva con la que se le enfoca y analiza. Si bien comete algún que otro exceso interpretativo y amaga con la sobreactuación, es del todo perdonable; hasta el colectivo gay lo ha apoyado por su interpretación, cargada de sensibilidad y emotividad, quizá demasiada a veces. De notable alto.
El pero se lo lleva el tercero en discordia, el amante-manager-futuro marido y posterior viudo. Nacho López comienza forzado y no muy creíble. Es cierto que poco a poco va cogiendo, pero tarda en entrar en papel.
Los músicos, integrados perfectamente en la obra gracias a una apreciable y multifuncional escenografía así como a una iluminación destacada, dan el toque final al espectáculo con una buena interpretación del magnífico repertorio, un abanico de canciones muy representativo de la diva y con los espectadores integrados en la obra como parte del público durante las escenas de concierto.
Un buen homenaje a la actriz que murió joven, poco después de su 47 cumpleaños, pero que vivió la mayor parte de su vida como un adulto. Quizá ahora se encuentre En algún lugar más allá del arcoiris y pueda ser por fin niña.
Un juego inteligente de paralelismos.
De Peter Quilter
Actores: Natalia Dicenta, Miguel Rellán y Nacho López
Músicos: José Manuel Villacañas, piano; Patxi Pascual, saxo; José San Martín, batería y Fernando Lupano, contrabajo
Dirección musical: Luis Fernández
Dirección: Eduardo Bazo y Jorge de Juan