Mar 28 2013

Teatro Cervantes 23/03/2013

Mystic dream en el CervantesEl espectáculo propuesto por Mystic Dream recrea la obra de la compositora irlandesa

Texto: Juan Manuel Gómez | Fotos: Daniel Pérez - TC

Mystic Dream es un espectáculo audiovisual creado por la cantante Hille Bemelmans y el percusionista Trevor Murrell, donde se interpretan temas de la compositora irlandesa Enya, un referente dentro de la música new age.

Ambos músicos tienen un impresionante currículum a sus espaldas, desde Wet wet wet a Mike Oldfield por parte de la belga y de Sade a Joe Cocker en el lado del americano.

Nada mejor que disfrutar sentados y con tranquilidad de una buena dosis de música de la nueva era en el Teatro Cervantes, que registró un aforo espectacular, casi al completo. El escenario estaba compuesto por una construcción de tipo medieval con reminiscencias celtas, con una puerta en forma de arco en su centro desde la que salía y entraba Bemelmans tras una serie de interpretaciones -cambio de vestido incluído- y además estaban a su derecha la violinista Ioana Pérez y a su izquierda los coros de Patricia Arizmendi y Tina Gonzlik. A modo de ventanales, junto a la puerta, había dispuestas sendas pantallas donde se reproducían secuencias de imágenes acordes a la música interpretada. En la parte superior de la estructura estaba el grueso de músicos. A la izquierda del espectador, Erik Bergamaschi, parapetado detrás de su sintetizador Kurzweil y flanqueado por un par de teclados que no llegó a utilizar, proporcionaba la base de cuerda sintetizada y pads ambientales, además de sonidos de piano, como en la muy acertada y emotiva interpretación del Watermark, ganándose el aplauso del público. En el centro se encontraba Pedro Esparza, manejando con maestría flauta y gaita, y en el otro extremo el mencionado Murrell, rodeado de una batería casi en su totalidad electrónica. Detrás de los músicos había a modo de fondo una pantalla gigante, aunque hay que decir que las tres -contando las dos del piso inferior- proyectaban las mismas imágenes.

Mystic dream en el Cervantes

El concierto arrancó con un juego de luces sencillo pero elegante, sin estridencias, y secuencias de imágenes de la naturaleza que acompañaban a la música. El mismo concepto del concierto, con canciones casi enlazadas unas con otras para crear un ambiente tranquilo, hizo que al principio el público no se atreviera a arrancarse en aplausos, hasta que la aparición de Bemelmans con su voz solista hizo casi obligado el tributo al grupo después de cada canción, aplausos cortos ya que enseguida los músicos continuaban con su interpretación para no romper la fluidez el espectáculo.

Mystic dream en el Cervantes

Quizá la elección de los temas de la primera parte del concierto resultara un poco monótona para los menos fans de Enya, ya que se dejaron la mayoría de temas más conocidos para el final, donde no faltaron ni Caribbean Blue ni una larga interpretación del Orinoco Flow, que pareció ser la estrella de la actuación. Terminó esta última parte con Storms in Africa, donde Murrell pareció salir de un letargo para marcarse una buena sección a los timbales, y es que el hombre encontró en dicho tema el caldo de cultivo perfecto para dar rienda suelta a su talento. A modo de bis, el grupo interpretó una larga mezcla de los temas del concierto, con lo que se cerró la velada. Como nota curiosa, el grupo no se dirigió al público tras el espectáculo, pero sí aparecieron en las pantallas a modo de créditos finales tanto los nombres de los mismos como del resto del personal implicado en la puesta en escena.

Mystic dream en el Cervantes

En conjunto el concierto estuvo realmente bien, quizá todo muy medido y poco espacio para la improvisación, pero de lo que se trataba era de crear un ambiente que invitase a la relajación y el disfrute, y eso quedó conseguido sin duda, además gracias a la colaboración de los vídeos emitidos y las luces. Incluso se recurrió a varillas de incienso para lograr la atmósfera adecuada, detalle a agradecer.

Un auténtico placer para los amantes de la música tranquila y sugerente, y una cita obligada para los fans de Enya -que nunca interpreta temas en directo, hay que recordarlo- y en general del new age.

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