Jueves 28/09/2017. Palacio de Deportes Martín Carpena
Texto: Elisabet González | Fotos: Etiquetadas para su reutilización
Joaquín Sabina no defrauda, sigue siendo, más que nunca, el viejo truhán capitán, de su barco y de todo aquél que decide subirse a él. Sorprende y encandila ver a niños de corta edad entrar al recinto de la mano de sus abuelos, entremezclándose con grupos de jóvenes que no superan los veinte. Sabina es atemporal, el trovador sin edad. Es poesía, es música, es rock and roll y es por encima de todo, sincero y polémico. No deja indiferente y en cada una de sus noches de música y versos, lo demuestra.
Estuvo muy emotivo durante toda la noche, los malagueños le llegan al corazón y no lo disimula. Recordó su noches de borrachera en Pedregalejo, en tiempos de la Mandrágora, con su gran amigo Javier Krahe y compañía. Se presentó a un auditorio malagueño, con toda la artillería pesada, que no es poca. Cuando las luces del Martín Carpena se apagaron y de fondo sonó la melodía de Y nos dieron las diez, el público se encendió. Apareció en escena con su eterno bombín y a sus casi 70 años, se le nota algo cansado, pero con un brillo especial en los ojos. Atrás quedaron los conciertos rockeros de casi tres horas para pasar a recitales de cantautor sobre un taburete. Al púbico no le importa el formato, solo quiere disfrutar de los temas de siempre.
La noche empieza con el tema que da título a su último trabajo: Lo niego todo. En sus eternas parrafadas de explicaciones e historietas varias, casi se disculpa ante su público por dedicarle la primera parte del concierto a su último trabajo. Sabe que el personal está esperando los temas de siempre. Quien mas, quien menos, Postdata y No tan deprisa fueron las canciones escogidas para calentar motores. Como no puede estar callado ni muerto, le dedicó el tema Lágrimas de Mármol a su gran amigo José Tomás, no sin antes provocar elogios y silbidos por su amor a la Tauromaquia. Opina, pide respeto y se lanza a cantar. Rockero empedernido y cantautor por corazón, Sabina recordó los años de exilio en Londres, para pasar a presentar a su familia musical. Tiene acompañantes eternos que están a su lado desde hace muchos años, Panchito Varona y Antonio García de Diego, siguen con él al pie del cañon. Forman parte del repertorio, creación y producción del artista. Oímos sus voces en La del Pirata Cojo, A la orilla de la chimenea y conocemos el tema Ya hace tiempo que no me hago caso, creado y cedido por el artista para la voz femenina de Mara Barros.
La noche entra en la recta final para deleitarnos con los temas que el público ansía y canta hasta desgañitarse. Una preciosa interpretación de Una canción para la Magdalena abre paso a Por el Boulevar de los sueños rotos, en la que el público empieza a ponerse de pie. La flamenca versión de Y Sin embargo no podía faltar en este repertorio, en la que el quejío de Mara Barros levanta al auditorio malagueño. Sabina no se peina a lo garçon, pero con Peces de Ciudad y guitarra en mano, despeina al público y lo deja con el corazón encogido. No deja la guitarra para seguir con el rasgueo de 19 días y 500 noches y de nuevo todo el mundo empieza a bailar.
Noches de boda, con imágenes de Chavela, Y nos dieron las diez y Princesa en versión rock, sirve para despedirnos. La noche sabe a poco, se quedan temas en el tintero y las dos horas de concierto no son suficientes para saciar el hambre de sus seguidores. Un único bis hizo que salieran de nuevo a escena a interpretar un trozo de Pastillas para no soñar. Y así se queda Málaga, soñando con que su más insólito y canalla artista vuelva pronto a encender la noche.
Voz: Joaquín Sabina
Bajo, guitarras y coros: Pancho Varona
Teclados, guitarras y coros: Antonio García de Diego
Batería: Pedro Barceló
Guitarra y coros: Jaime Asúa
Clarinete y vientos: Josemi Pérez Sagaste
Bajo: Laura Gómez Palma
Coros y percusiones: Mara Barros