Sala Paris 15 (Málaga). 21/12/2012
Texto: Manuel Torres Fernández | Fotos: Miguel Vega Melero
Málaga de noche, la compañía de una guapa morena malagueña, un chiringuito junto al mar, un espeto, corre la brisa marina, quizás acompañada de un cálido terral. La noche respira romance y juventud en el alma, aventura. La noche respira Sur.
Este es el marco en el que Antonio Orozco encuadra la historia que nos va narrando desde el comienzo de su concierto en la Sala Paris15, el pasado viernes 21 de diciembre. El solista justifica de esta manera las entradas de cada una de las canciones que componen su espectáculo Diez de Diez, secuela de su reciente gira Diez, y que hace referencia a sus 10 años de trayectoria profesional. De este modo va presentando sus temas, contextualizándolos en la historia de la malagueña, que le sonríe y le seduce, y que con una mirada le hace comprender eso que “ya lo sabes”, y que lo atrapa y enreda en una cama con velos que se mecen por el viento de terral, y un espejo frente a él le recuerda en sus reflejos que está echo de pedacitos de tí.
Todo un despliegue de poesía. La noche en la Paris15 nos hizo sentir la magia de nuestra Málaga, de manos de un catalán. Y es que la maravillosa voz rasgada de Orozco, y el sobresaliente despliegue musical que le acompañaba compuesto por un guitarra, un batería, un bajo y un teclista nos hacía blanco del encantamiento. El ambiente terminaba de pulirse gracias al juego de iluminación, perfectamente sincronizado con el clima que se iba generando. En momentos de romanticismo, el cantautor tornaba a suave su forma de narrar y su voz, la iluminación se fundía en tonos cálidos, y las canciones terminaban de marcar una composición con bajo ritmo pero alta tensión emocional. Por el contrario en las ocasiones que el cantante narraba anécdotas divertidas y aventuras, la iluminación se tornaba de colores más vivos, y el tipo de canciones que acompañaban a estos momentos eran temas movidos de esos que inyectan adrenalina y revolucionan al público haciéndolos gritar y saltar. Así jugó su baza el catalán en un concierto sencillo, pero evocador, que consiguió llevarse al público de calle.
Para coronarse nos regaló 7 canciones adicionales a las previstas, 3 de las cuales acompañó únicamente con su guitarra, y una inédita que “aún no tiene nombre, pero sí que tiene dueña”. También se atrevió a susurrarnos a capela y sin micrófono desde el proscenio.
El pasado 21 de diciembre las profecías mayas no se cumplieron y no se acabó el mundo; sin embargo para los que estuvimos en la Paris15, éste se congeló durante un tiempo.
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