15/09/2018. Teatro Cervantes,
Texto: Elisabet González | Fotos: Juan Mir
Christina Rosenvinge presentó en el Teatro Cervantes su último trabajo, Un hombre rubio. En algún momento de la noche nos susurró que explicaría el motivo por el cual en este, su décimo álbum en solitario, ha escrito algunos temas desde un yo masculino. Finalmente nos dejó con esa duda pero a cambio de eso, ofreció una noche dulce y repleta de confidencias y buena música.
No sabemos donde quedó la chica de aire angelical que en los años 90 se hizo famosa con aquello de Hago Chas.... Ahora en el escenario, sentimos su madurez, su intensa evolución musical y vimos a una mujer íntegra y valiente, con una fuerza por momentos inquietante. Nos hubiera gustado ver el teatro algo más lleno, pero ella igualmente agradeció a los que la habían elegido a ella en vez de a cualquier otro plan de la ciudad.
La banda salió a escena y se oyeron los primeros acordes de una eléctrica Niña Animal, tema en el que Christina hizo acto de presencia para ponerse al frente del piano: 'Solo necesito una palabra, una canción, aguanta...' . Y una canción es lo que nos hizo falta para enamorarnos. De vez en cuando le teníamos que mirar los pies para aseguramos de que seguía tocando el suelo.
Reconocimos a una autora comprometida, dedicando el tema Berta Multiplicada a la ecologista Berta Cáceres, asesinada en Honduras el año pasado. Con la guitarra eléctrica a cuestas, nos contó que los indígenas, desde su sabiduría ancestral, piensan que nuestra alma vuelve a la naturaleza cuando morimos, y por ello hemos de encontrar el camino para reconciliarnos con ella. Christina nos cuenta muchas cosas con su mirada, sus gestos y su voz, a veces dulce, otras veces estridente y otras tantas grave. Y así descubrimos que todas las canciones han de tener un trocito de verdad, con ello nos introduce un tema escabroso sobre un padre que no reconoce a un hijo, Pesa la Palabra. La verdad de Christina está en el escenario. Y en ese momento de verdad nos regaló un momento muy intenso, con la interpretación del tema dedicado a su padre, Romance de la Plata. Hay que tener mucho valor para desnudarse ante el público de esa forma tan delicada y verdadera, sin perder la compostura.
La artista se siente muy unida a Málaga y por eso quiso hacer algo especial. Para ello se trajo a sus amigas Miren Iza de Tulsa y Ana Molina de Hola a Todo el Mundo que la acompañaron en la segunda mitad del concierto. Christina acompañó al piano a Miren en la preciosa Oda al amor efímero para conquistarnos con un mensaje para no olvidar: hay que saber decir adiós al amor porque cuando uno se vacía los bolsillos, se vuelven a llenar. De ahí al final del concierto, todavía nos quedaban momentos intensos. La banda se lució más aun si cabe con temas como Ana y los Pájaros, y Alguien tendrá la culpa. Otro mensaje intenso de búsqueda de culpabilidades sociales para pasar a mostrarnos un poquito de su alma libre en La Flor entre la vía. Christina se atreve incluso a cantarle a la muerte, para decirle que quiere vivir siempre porque tiene mucho amor que dar. Maravillosa ella, y maravillosa interpretación de la banda en La muy puta.
Antes del bis nos deja con Afónico, otro tema para representar al hombre rubio que la artista quiere enseñarnos en esta noche de confidencias fantasmales. El concierto ha ido in crescendo y el final nos deja maravillados. La dulzura y delicadeza con la que interpreta La Piedra Angular deja a los presentes con ganas de más. Ella termina el concierto con la divertida, fresca y como no reivindicativa Voy en un coche.
Christina ya ha llegado muy muy lejos, ha llegado donde ha querido haciéndolo como ha querido. Gracias por darnos lo que eres.