Terral. Festival de Verano. 2010.
Texto: Quique Jiménez | Fotos: Javier Braojos
¿Qué se puede decir de Coque Malla que no se haya dicho ya?... Que si es el eterno gamberrete roquero... que si ha hecho un pacto con el diablo porque tiene el mismo aspecto aniñado de hace diez años, etc... Yo solamente puedo añadir o corroborar detalles de lo que sucedió durante su concierto en el teatro malagueño.
Para empezar, pudimos observar antes del comienzo del “show” que en el escenario solamente había dos guitarras, (más una de repuesto) reposando sobre sus soportes a la espera de cobrar vida, por lo que cualquiera de la sala pudo deducir que el concierto iba a ser algo íntimo (unplugged, que se diría ahora)
Ya la introducción del programa de mano, que facilita el festival Terral nos adelantaba esta fase nueva del cantante. Más “maduro, intimista, que no se precipita, que hace grandes canciones”.Y en ésto tenían razón los que eso escribieron porque además el ambiente que se respiraba en el teatro era eso: un ambiente de colegas que se reúnen para escuchar a otro de ellos. Este chico tiene algo de encantador de serpientes.
Cuando apareció, tras la introducción musical de Nico Nieto a la guitarra eléctrica, casi de un salto sobre el escenario y dijo mirando al techo: “buenas noches, qué teatro más chulo, parece un castillo”, ya tenía al público metido en el bolsillo.
En cuanto a sus temas, verdaderamente se nota un trabajo más intimista en sus contenidos. El “niño grande” del pop rock español (hay otros, pero me caen fatal) dominó la escena todo el tiempo con su base acústica y su voz un poco gamberra, acompañado de los acordes eléctricos de su colega Nico, que le hacía también los coros.
Canciones nostálgicas de amores perdidos o de desesperanza, alternaban con coloquiales charlas con el espectador, como diciendo "mira lo que me está pasando, colega", y con tragos de una bebida transparente con hielo. Intimidad y rock, con retazos de una gran sensibilidad, Coque lo dio todo para un público (el suyo) entregado desde el comienzo. Esa noche, en el Echegaray, Coque Malla fue el “rey del castillo”.