Texto: Quique Jiménez | Fotos: Javier Braojos
Hay sorpresas muy agradables que nos pueden alegrar el día; en este caso la noche.
Lo que los chicos de Arizona Baby nos presentaron en el escenario fué, con un sonido acústico de gran calidad, un ejemplo claro de que la profesionalidad y el amor por lo bien hecho consigue romper todas las fronteras. En este caso las fronteras entre los ritmos rockeros de nuestro país y los ritmos fronterizo-countries norteamericanos. Un poco de Tarantino (presentación al público del guitarra Rubén Marrón como "el señor marrón"), un poco del cachondeo de los hermanos Cohen y las baladas más tiernas del country, crearon el cóctel tex-mex que todos estábamos deseando degustar. ¡Aquello sonaba verdaderamente como cualquier grupo de “los states”, siendo los tres músicos de Valladolid!
Ya la crítica: "Parece fácil pero hay que hacerlo y que te salga bien o al menos creíble. Y la banda de Valladolid lo ha conseguido con creces" (Rolling Stone Magazine), el boca a boca y el concierto de Radio 3, hicieron lo suyo para darlos a conocer por todo el país.
El aspecto de Javier Vielba (voz cantante y guitarra) muy diferente del que presenta en la fotografía de promoción, que es más bien el de un profesor universitario, nos hizo recordar a uno de los "freak brothers" de Robert Crumb. Cantando todos los temas en inglés. Sus dos compañeros tampoco desmerecían. Trío de freaks, formalitos y educados en sus maneras, pero auténticos "folloneros" a la hora de hacer un directo, cosa que agradecimos bastante. Su magnífica base acústica y la percusión acertada de Marcos Úbeda, que sacó su "tabla de lavar" para hacer un tema "blue grass" de estética Cajún: "The end of the life", nos transladaban de los Eagles a los Doors (en el tema "Ouch" la voz del cantante recordó por momentos a Morrison) pasando por los pantanos del Missisipi, el Colorado River y por el Oeste del Pisuerga.
La crítica musical menciona, en sus referencias a Arizona Baby, a grupos como Calexico y Love (Forever changes), pero personalmente opino que estos chicos son más auténticos, ya que con menos parafernalia consiguen un sonido muy rotundo y creíble. Sobre todo creíble.
El cantante, con el buen humor que le acompañó toda la noche, pidió tímidamente perdón al público por uno de sus temas (" ya veréis por qué os lo digo") y es que fué una especie de rumba con ecos de flamenquito Gipsy Kings, muy fresca y divertida y con las reminiscencias hispanas de una famosa canción del grupo Santa Esmeralda. Perdonados, porque el tema encajó perfectamente y calentó al público, que acompañó con palmas.
Curiosas las referencias de Javier en uno de los temas de la noche a Sly Stone y a Willie Dixon, músicos bastante lejanos en sus planteamientos musicales del estilo de Arizona Baby. Este hecho demuestra lo importantes que pueden ser las influencias de los buenos músicos en un buen grupo, sean éstos del estilo que sean.
Como bis final de despedida (y con el cantante un poco “tocado” en la voz por un resfriado): “Shiralee”, tema del que tienen un estupendo video promocional, con un "allí estaré" repetido en español, para recordarnos que también hablamos de raices hispanas en el desierto norteamericano. En definitiva: buenos músicos, temas muy “ auténticos” y buen enganche con el auditorio. El público se quedó con ganas de más. Yo también, y con ganas de visitar Valladolid.