Sábado 02/08/2014. Auditorio Municipal Cortijo de Torres
Texto y fotos: José M. Cortés
Habían pasado más de 5 años de la última visita del grupo español de rock y el público demostró su fidelidad total y absoluta a Extremoduro. El interior de una carga de contenedores alojaba el escenario en un montaje espectacular. Una plataforma móvil en el que la banda aparecía en el escenario. Un comienzo de concierto que ya hacía presagiar que estábamos ante algo grande. Y es que estos músicos llevan un buen puñado de años rodando por los escenarios y tienen más que aprendida la fórmula, buen trabajo de sonido pero también un toque de teatralidad para acompañar la potencia de sus temas.
Este grupo siempre me ha resultado, además de duro, ciertamente melancólico y en directo refrendan esta característica lo que hace que, como asistente, cada uno viva un concierto único, al personalizar letras en sentimientos propios, al oír letras tan personales como las de Salir o La vereda de la puerta de atrás que de alguna forma llegan a lo más hondo de cada uno. Se puede considerar como una experiencia personal y colectiva al mismo tiempo.
El público que llenó hasta la bandera el Auditorio Municipal, coreó sin parar cada una de las letras de las más de tres horas de concierto. Un ambiente espectacular, que ya en los prolegómenos del recital se extendía en las zonas de césped del auditorio así como en la parte de taquillas auguraba éxito en el interior.
Este grupo, del que puedo decir sin que sea una locura, que es el de mayor longevidad creativa de los de rock españoles. ¿Podríamos, si acaso compararlos con Barricada, con Burning o con cualquier otro?. Creo que sería un error, básicamente porque se trata de un grupo que lleva desde el año 1987 sin parar y que, como dato curioso llevan 3 lp publicados en los últimos 6 años con un buen registro de ventas, lo que nos muestra que la creatividad sigue presente en estos rockeros.
En lo que al repertorio se refiere, nos encontramos con un repaso a 26 años de carrera donde temas esencialmente duros llenos de batería y distorsión se entremezclaban con lentos más emocionantes casi acústicos y con evoluciones más progresivas. No faltaron Jesucristo García, Ama, ama y ensancha el alma, Puta, Salir, La vereda de la puerta de atrás, Quemando tus recuerdos entre otras muchas. Como siempre, y a pesar de la duración del concierto, se quedaron fuera otros clásicos como So payaso, Bribriblibli, Me estoy quitando y alguna más, pero claro, no todas pueden estar.
El concierto fue, desde luego, una exhibición a todos los niveles, un Robe Iniesta en estado de gracia, con esa voz que sabe hacer dulce o romper a su antojo, sigue sonando igual que hace 20 años. Y bueno, dentro de una actuación realmente sólida pude disfrutar de José Ignacio Cantera a una batería de esas que no se suelen oír por estos lares, rápida, potente y con un regusto ampificado de la época dorada de los macroconciertos de rock, esos 70-80. No me olvido de Iñaki Antón que en ocasiones parecía poseído por vete tú a saber qué clase de demonio sobre el escenario, hiperactivo y colosal. Respecto a los demás, no destacó ninguno en particular, en una actuación al servicio de la banda.
La verdad, honestamente tengo que decir que después de haber visto ya muchos conciertos, este ha sido uno de los mejores, un trabajo de puesta en escena cuidado, un repertorio bien elegido para tener al público sin respiración el tiempo justo para no perder la conciencia y recuperarlo con momentos más tranquilos. Por último el sonido, muy bueno la mayor parte del tiempo, con alguna pérdida de nitidez, pero bueno en líneas generales.
Lo mejor: El ambiente y el sutil recuerdo a Rockberto que dedicara Robe.
Lo peor: La frialdad de Robe Iniesta, aunque más aparentaba ser fruto de la introversión que de la desidia u otra cosa.
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