17/05/2015. La Cochera Cabaret
Texto y fotos: José M. Cortés
Con este nombre tan evocador estos rockabillys irrumpen un domingo por la tarde en la malagueña sala. Esta denominación lleva a pensar en dos cosas, la América profunda, los sureños y el rock’n’roll. Puesto que General Lee fue el más recordado militar del bando confederado en la Guerra Civil estadounidense. Es por tanto una declaración de intenciones, de lo que supone ser un rocker, o un rebel, como quieran llamarle, unos nostálgicos de una música que nació en los años 50 del siglo XX.
Añoranza de la fantasía de vinilo y grandes coches de la época que consideran dorada en todos los sentidos, Cadillacs, Chevys, Mercurys gigantescos paseando tranquilamente por esa foto fija de centro del pueblo donde está el bar de helados; allí dónde se reúnen los jóvenes a ligar y escuchar su música en la Rockola del bar.
Películas como Regreso al futuro o Grease miran con cariño y humor esa época y quizá sea American graffiti una de las más nostálgicas respecto a esa época. Pues bien, los rockabilly toman como referente a dicha época y sus músicos más afamados como fueron como Bill Haley o Carl Perkins. Sin embargo, hubo unos autores conocidos en el mundillo como La Santísima Trinidad y que son los imprescindibles: Gene Vincent, Buddy Holly y Elvis Presley. Resulta curioso que, sin desmerecer a estos tres, se dejen fuera del Olimpo de dioses a Chuck Berry o a Little Richard, quizá es un estilo ligeramente diferente, o quizá es que son negros…
Bueno, al margen de planteamientos más o menos discutibles, la visita del grupo General Lee, nos trajo a Málaga un auténtico huracán de ritmos frenéticos en clave de R’n’R acelerado en la mayoría de canciones, siempre en Español y donde se respira la influencia de Straycats.
Un trío al más puro estilo americano: guitarra, contrabajo y batería. Con un sonido contundente, sin dejar mucho aliento para los que estuvieron bailando Rockin’ casi toda la velada. Hay que decir que la forma de tocar la guitarra es muy exigente, ya que se basa en rasgueos rápidos para seguir los ritmos intensos y con fraseos rápidos y cortos y punteos muy directos.
El acompañamiento muy a la altura con una batería muy reducida pero contundente que desarrolla perfectamente su cometido sobre el escenario, sin lucimientos, pero al servicio de las estrellas, la voz y la guitarra. El contrabajo, para mi gusto el mejor de los tres, aunque también comedido, fue el que sonó mejor con diferencia, con una soltura digna de grupos de mayor empaque.
En general un concierto interesante, tal vez un poco limitado, básicamente por lo condicionado del estilo, que cuando llevas una hora de concierto pierdes la noción del tiempo y de los cambios de canciones. Sobre todo se echa en falta algo de rango dinámico, en tanto torrente sonoro. Además el sonido fue bastante malo, si bien no nefasto, apenas era capaz de entender alguna palabra de las letras, dado lo saturado del sonido. No es la primera vez que me pasa, los músicos meten demasiados watios en las actuaciones, porque si no el público acaba pisando los silencios con esa irremediable necesidad de hablar. Quizá más de uno y de una debería hacerse a la idea de que cuando vas a un concierto, no vas a hablar, vas a escuchar; si no lo haces, estás molestando directa o indirectamente a los que vamos a disfrutar de un concierto, no sólo a hartarme de cerveza.
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