Jun
23
2016
20/06/2016. Teatro Cervantes..Festival Terral 2016.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Daniel Pérez / TC
El crooner norteamericano apabulla con su ciclotimia musical, en un viaje desde la introspección al tecno más vanguardista
Hay quien se queda con el John Grant melancólico de Queen of Denmark, otros prefieren la versión tecno de Grey Tickles, Black Pressure. Lo cierto es que su música oscila entre estos dos polos, tan alejados en apariencia, pero que en el grandullón de Colorado se hacen uno solo, Pale Green Ghosts mediante. La sencillez de sus composiciones se mantiene inalterable aunque se revistan de postrock elegante, y pese a que sature la atmósfera con un sinfín de sintetizadores el aire sigue siendo fresco. Pasea por el precipicio del glam sin dar un paso en falso que le haga caer a las profundidades del edulcorante artificial. La búsqueda y el riesgo forman parte de su ADN, su música es reflejo de su complejidad vital, una escapada perpetua, una natural evolución justificada en sí misma y alejada de la impostura. Solo así mantiene su originalidad.
Teclados, sintetizadores y pads inundaban el escenario, por los que fueron paseando Chris Pemberton y el propio John Grant. El Fender jazz del islandés Jakob Magnusson sonaba tan poderoso en el bordón como perceptible en las cuerdas más agudas, formando un único latido con el bombo del inefable Budgie. ¡Qué gozada de batería! Sabe bien lo que hace este músico de la vieja escuela con el ritmo clavado en el gesto. Vellos de punta en cada golpe de ride y crash. Una auténtica delicia de sonido en los platos: penetrante, potente, nítido y brillante, sin llegar a punzar el tímpano. Petur Hallgrimsson juega a ser un contorsionista de la distorsión, desde su Fender Jaguar se camufla en la atmósfera, se abalanza con un rasgueo pesado o flirtea con ritmos funky tiñiendo de una lluvia púrpura las canciones. Más dócil se muestra con la guitarra acústica, aunque igual de efectivo.
Salieron los músicos a escena mientras se escuchaba la Intro que abre Grey Tickles, Black Pressure. Tras el primer fogonazo de los focos, Grant abre el concierto con un medio tempo, Geraldine, muy apropiado para templar su voz de barítono y ajustar volúmenes. El homenaje a Geraldine Page, la primera dama del teatro americano y ganadora del Oscar en la octava nominación, sirve de paralelismo para, en un ejercicio de localización ibérica, honrar a la ínclita Chus Lampreave. El mundo se queda más oscuro sin actrices como Chus, hasta un estadounidense criado en Colorado e islandés de adopción lo sabe. Down here nos recordó, con ecos de Bowie, que somos finitos y que por muchas aspiraciones que tengamos la insatisfacción aguarda a la vuelta de la esquina. Es un tema recurrente en las estrofas de John, quien sabe entretejer con sarcasmo la nostalgia entre finos hilos de esperanza. Grey Tickles, Black Pressure, tema que da nombre a su último lanzamiento, lamentó el inexorable paso del tiempo y su crueldad palpable en nuestras arrugas de cuarentones. Marz y Doesn’t matter to him cerraron con la emoción a flor de piel la primera parte del repertorio, y daba paso con Pale Green Ghosts a una orgía tecno. Snug Slacks y Guess how I know engrasaron las caderas del cantante, cortes de su reciente lanzamiento que funcionan en directo tan bien como enlatados. La esperada Queen of Denmark, incluida en su álbum debut tras la salida de The Czars, nos dio un respiro antes de que nos pusiéramos a bailar con Great mother fucker (dedicada al público asistente con sorna). Sonó entonces uno de los singles del último disco, en el que cuenta con la colaboración de Tracey Thorn -una de las voces de Everything but the girl-, Disappointing. Y es que nada parece servirnos de consuelo si nos falta la sonrisa del amado. En la vuelta al escenario tras un estruendoso aplauso, se acabó de incendiar el patio de butacas con la maléfica Voodoo doll. Sentado de nuevo al teclado, TC & honeybear y la tierna Caramel (quizá su más bella canción de amor) pusieron fin a un concierto de casi dos horas que convenció a fieles y descreídos.
Mención aparte merece el excelente sonido que inundó la sala. Con una potencia suficiente para llenar un auditorio que doblara el tamaño del Cervantes, nada sonó fuera de sitio. Temblaban los asientos transmitiendo la vibración por todo nuestro cuerpo. Y por encima de todo la voz, siempre afinada e inteligible, que de escuchar letras también se trata. Se agradece poder disfrutar de esas intensidades y volúmenes en un teatro sin sufrir vibraciones indeseadas o acoples.
Tras su paso por el Sonar y el MadCool, la parada de John Grant pasó casi inadvertida por Málaga a juzgar por la humilde venta de entradas. Por las sonrisas de satisfacción que vi a la salida, auguro una mejor acogida en la próxima visita de Grant por nuestra tierra. Quedamos a la espera.
John Grant. Grey Tickles, Black Pressure.
John Grant – voz, teclados y sintetizadores
Budgie – batería
Jakob Magnusson – bajo
Chris Pemberton – teclados y sintetizadores
Petur Hallgrimsson – guitarras
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