Texto: José A Triguero | Fotos: Daniel Pérez TC
Una puesta en escena pobre presidió el concierto. El coliseo le queda grande a Najwa. Hubiera funcionado mejor en el Echegaray. O no. Sea como fuere, el sonido directo fue decepcionante y su inmersión en la lengua castellana, también. Sin presencia escénica ni carisma, el espacio escénico engulló a la hispano-jordana. Sin vanguardia.
Convoca y conjura pero con poca permeabilidad y mucha pose; da la impresión de que vende una cosa y que por sus venas corre otra. Cantando, entre Bebe y la Mala Rodríguez (mejor que la primera y peor que la segunda), cruza una producción rotunda de pop experimental con cierto aire metal; de ese modo la voz y las letras sucumben. Ininteligible en muchos momentos -excepto para sus fans que coreaban algunos temas y socorrían el melifluo y desvahido soniquete glótico de la Nimri-, se oyó mejor en inglés. El mismo contraste hubo en su actitud soft-grunge y el resto de la banda, que parecían primos de los Red Hot Chili Peppers. La parte electrónica era como un cuadro decorativo, un alarde "chic" que engominaba el patio de butacas del Teatro Cervantes, como elemento de cohesión con su etapa electrónica.
Todas las canciones interpretadas tenían la misma progresión y el mismo crescendo final haciendo gala de un tempo repetitivo y demostrativo; es decir, aburrido. Pasajes sonoros que podrían pertenecer todos a la misma canción, "El último primate".
Lejos queda el Trip Hop de No blood al lado de Carlos Jean; ha construido un disco frío que trata de simular calor y pasión en la potencia de la batería y la energía de las guitarras. Buen envoltorio, poco caramelo. Su actitud entre artista maldita y muchachita de andar por casa no engaña. Para hablar o cantar de lo que no se ve, de zonas ocultas, de la oscuridad, de la muerte, de exhorcizaciones, etc... le falta ser permeable, cantar como poeta.
Najwa se aproxima en este disco a Russian Red a Luz Casal o Iván Ferreiro, por ejemplo. Y no define igual cuando canta en castellano, lo pudimos comprobar en el propio concierto. En español se torna más vaga, imprecisa, nimia... Las letras y los fans me hicieron recordar el entorno temático y creativo de la mayoría de los chicos latinos de la Warner.