Sala Paris15. 16/02/2013
Texto: Irma Veiga Schmitz | Foto: Manuel Torres
Puede que los sesenta y sus máximos exponentes en los que se refiere a pop-rock, The Beatles, no vayan a volver, pero para compensarlo, los que siempre vuelven son Los Escarabajos, que siguen con su gira "Jukebox", la cual podemos disfrutar mes a mes en la sala Paris15 de Málaga.
Cualquier melómano puede tener una actitud recelosa o escéptica al acudir a ver una banda que versiona a su grupo, si no sabe con qué se va a encontrar. Siempre se dice “segundas partes nunca fueron buenas”, y pocas versiones hay mejores que la canción original. No es este el caso de Los Escarabajos, quienes no realizan versiones propias de los temas originales, ni tratan de acercarse a su sonido. Si no, que lo consiguen, ¡radicalmente!. Cualquier beatlemaníaco que les haya visto en directo podrá contar como al cerrar los ojos, uno puede imaginar estar delante de los auténticos ídolos de Liverpool.
Ambiciosamente, Los Escarabajos se superan así mismos desde hace veinte años consiguiendo los mejores arreglos instrumentales y calidades vocales para que su música suene lo más similar posible a la banda inglesa.
Se trata de un tributo, un homenaje, y sobre todo de mantener viva la ilusión que provocó en miles de personas uno de los grupos más famosos de todos los tiempos. Los Escarabajos nos regalan la oportunidad de poder presenciar ese sonido y esa ilusión en directo, tanto a los fans que vivieron aquella época y disfrutan atrapados en la nostalgia, como a los que no lo tuvimos, dándonos la “llave” para entrar en esos maravillosos sesenta y su música en estado puro.
Sin máscaras, disfraces ni pantomimas, el grupo se presentó en la sala Paris15, para mostrarse tal cual son, sin tratar de representar ni jugar a imitar. Tan solo conseguir el “sonido Beatle” y llevarlo hasta nuestros oídos.
Ellos son Enrique Sánchez (guitarra, teclado, voces), José Antonio Vaquerizo (guitarra, teclados, voces), Miguel Labrado (bajo, voces), Benjamín Serrano (batería, voces), y Julio Niño (teclados, percusión, voces). Aunque en los veinte años de bolos han pasado ya más de dos decenas de artistas por su banda.
Dentro de su "Jukebox Tour", el quinteto nos deleitó esta vez con un concierto dividido en dos tiempos.
La primera parte dedicada a uno de los álbumes del grupo. Este mes tocó Help!, con sus sonidos más country and western, tocado con gran fidelidad desde la primera hasta la última canción, en el orden del disco. Una representación tan exacta que duró el tiempo que dura el álbum, pasándose canción a canción en un suspiro. En él se encuentran temas como la homónima al disco, Help!, Ticket to ride, I've Just Seen a Face o Yesterday, la canción más versionada de todos los tiempos.
Tras un descanso de quince minutos, el grupo subió de nuevo al escenario para dar comienzo a la segunda parte, según lo estipulado en su gira, dónde tocarían los temas pedidos previamente por el público en sus redes sociales.
Cuando la mayoría pensábamos que nos encontraríamos con las canciones típicas de la banda como She love you o Love me do, nos sorprendieron gratamente con temas como A day in the life, Helter Skelter, Yer blues o You never give me your Money, bajo el sonido de las alabanzas de un público satisfecho que demostraba con ello ser un auténtico beatlemaníaco.
En definitiva, se pudo disfrutar de un concierto de gran calidad, bajo la tremenda responsabilidad que conlleva versionar a Los Beatles.
El público en cambio, aunque era fiel al grupo, no se movió de los asientos y mesas que sorprendentemente habían colocado en la sala. Un espacio de más de cuatro metros de vacio separaba al público del escenario. Nadie salió a bailar. Y fue algo un tanto decepcionante tratándose de la recreación de aquel grupo donde las fans se dejaban las caderas moviéndose al son de melodías tan rítmicas como son estas. ¿Se trata de un público adulto- muchos de la "Época Beatle"-, que por estipulación social no puede desmadrarse o “perder los papeles”? Si esta banda sigue siendo exitosa entre todas las generaciones, ¿porqué no hubo jóvenes en el evento?.
La reacción de nuestro público fue escuchar atento y con aprobación el concierto. Incluso con un entusiasmo interno que se mostraba en sus pies, que marcaban el ritmo contra el suelo, mientras tatareaban las canciones. En las mesas y taburetes se sentaron los primeros allegados, y el resto del público se colocó tras ellos. ¡La gente iba a escuchar, no a bailar!
Antes del concierto me preguntaba si realmente sonarían en directo como Los Beatles, lo cual me sacaría una tremenda sonrisa, o si por el contrario, me decepcionarían sus versiones. Pero pensaba que por unas o por otras, había una cosa clara, y es que bailaría sin parar cada tema. Que corearíamos con ellos, silbaríamos y levantaríamos las manos. Eso es lo que ocurre cuando se conecta con una banda que está sobre el escenario y se crea esa energía tan especial entre púbico y espectador. En vez de eso, encontramos a un público que disfrutaba tanto auditivamente como quien va a la Ópera. Los Beatles son un modo de vida. Representan el amor, la alegría y la energía de aquella época, y eso no se vio coloreado en la sala.
Algunos echamos de menos la emoción exterior y la comunión que se forma entre los espectadores cuando todos están sintiendo lo mismo. ¿Por qué se quedó dentro?, ¿Por qué aquellos pies se movían al ritmo de la música, como si el cuerpo quisiera salir en forma de movimiento y la mente del espectador se lo impidiese? ¿Por qué existen estipulaciones sociales que impiden al individuo moverse libremente como le pide su naturaleza? Y sí. Son costumbres sociales, porque nunca irás a Cuba y encontrarás a un público -sea de la edad que sea– sentado mientras pueda bailar. Entiendo que a veces es genial disfrutar auditivamente de un concierto. Sentarte y escuchar. Es el caso la música clásica o el Jazz, pero ¡señores! Estos son Los Escarabajos. ¡Los Beatles! Muchos de ustedes lo bailaron sin parar en su época. Estoy segura de que mucha gente se aguanta lo que el propio cuerpo, la propia música le pide: dejarse llevar con ella. Y no me gustaría oír que es porque se trata de un público más adulto. He visto a Paul McCartney en directo y allí estaba brincando y cantando todo el mundo. Dejándose llevar…
Puede que sea habitual en sus conciertos, porque el líder de la banda, Enrique Sánchez, no hizo un llamamiento al público hasta la penúltima canción, cuando volvieron al escenario tras el aplauso a tocar Hey Jude. Y en esta ocasión sí pidieron la colaboración del público, coreando todos al unísono el mítico tema, y acabando finalmente con Twist and Shout, en la que por fin aquellos cuatro metros de vacío entre la banda y el público se llenaron de gente que derrochó energía bailando uno de los temas más gamberros de la banda.
Quizá sean necesarios los asientos para facilitar la estancia a las personas más mayores que no puedan disfrutar dos horas de pie viendo un espectáculo, pero ese espacio condiciona la actitud de una sala entera. Me pregunto qué hubiera ocurrido si no hubiera habido mesas o si alguien se hubiera lanzado a las primeras filas a bailar. ¿El público le hubiera seguido?
Para comprobarlo, animo a los jóvenes residentes en Málaga- y a los no tan jóvenes- amantes de esta música, para que se acerquen a disfrutar de este maravilloso concierto y… ¡que no dejen nunca de mover las caderas!
Y como diría el líder de la banda, Enrique Sánchez: “Si os ha gustado, decídselo a vuestros amigos. Y si no os ha gustado… ¡Decírselo a vuestros enemigos!”
Y también en Flickr