11/06/2016. Sala París 15.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Laura Villagordo
Arde París 15 con el Rock & Roll de Quique González
Quique González y Los detectives presentan Me mata si me necesitas en la Sala París 15.
La bruma de una calle londinense acogió el sábado a cientos de sospechosos de buscar su pequeño Rock & Roll en la sala París 15. Desde la barra en la que pedí la primera cerveza, observé que el escenario parecía una escena de Conan Doyle, sin Sherlock, pero con un grupo de detectives armados con púas y baquetas. Farolas, ventanas indiscretas y una cabina roja en un callejón sin salida del que solo saldríamos consumiendo la dosis justa de buena música. El mimo puesto en la escena es una extensión de la cuidada propuesta musical.
Desde los primeros acordes, el sonido fue contundente y concreto. Incluso cuando se subió el volumen general hechos los retoques acústicos durante los primeros temas, no se perdió calidez ni claridad. Todo estuvo en su sitio. Voces claras e inteligibles, riffs de guitarra punzantes, acústicas carnosas, un hammond medioso que no interfirió con las frecuencias de la palabra, y una base rítmica que nos pegaba en el pecho sin dejar de envolver al resto de la banda. Hasta la difícil tarea de sonorizar un instrumento acústico como el violín entre tanto “enchufao” parecía fácil para la mesa. En definitiva, todo un lujo de sonido que no hizo ni una concesión al acople.
Me matas si me necesitas es el turbador título del último disco de Quique González, quien ha querido rendir homenaje a su banda incluyendo su nombre –los detectives– en los créditos. La gira que empezó en abril, dedica los primeros compases a tocar lo nuevo, exactamente los cinco cortes que abren el álbum, uno tras otro. Detectives cuenta las investigaciones internas del artista que busca dentro de si mientras se ve empujado por la rueda apisonadora de conciertos y firmas de ejemplares. Se estrechan en el corazón y Sangre en el marcador hacen otra muesca en la lista de derrotas sentimentales. Charo se postula como himno y nos descubre la garganta dulcemente rota de Nina de Juan, mientras Cerdeña nos da el relajo necesario ante tanto desengaño, abriendo una vía amable a la esperanza.
Kid chocolate y ¿Dónde está el dinero? empiezan a calentar las gargantas de los presentes, que acabarían por romperse con el recuerdo a Urquijo en el repaso a Salitre 48. Tarde de perros es el cuadro costumbrista de una capital canalla que compartieran algún viernes los dos poetas. Y la espera frustrada de La ciudad del viento hace parada en Conil de la Frontera en la emocionante Salitre.
En un receso, se nos ponen los pelos de punta con De haberlo sabido en la voz de Nina, acompañada por la acústica de Quique y el violín de Edu Ortega. Un regalo para los oídos que bien vale el precio de la entrada. Orquídeas volvió al último lanzamiento discográfico, una de las composiciones de las que más satisfecha se siente la banda. La casa de mis padres cerró el primer pase. Ya en los bises, la traca final: Pequeño rock & roll, Daikiri blues, Dallas-Memphis y Su día libre fueron el colofón, o casi, pues fue inevitable prolongar el regusto musical con jengibre y el amargor de una pinta de Awesome bear bien tirada. Larga vida al Rock & Roll. ¡Yeah!
Quique González – guitarras y voz
Nina de Juan – Coros
Eduardo Ortega – Guitarra, violín, mandolina y coros
Eduardo Olmedo – batería
Ricky Falkner – bajo
Pepo López – guitarras
Alejandro Climent – piano, Hammond