29/06/2019. Festival Terral. Teatro Cervantes.
Texto: Mikel Villar | Fotos: Daniel Pérez/TC
Se necesita mucho carisma para enfrentarse a un escenario como el del Teatro Cervantes con la única compañía de un piano de cola, un par de guitarras acústicas, un foco cenital y un casi lleno hasta la bandera de público ansioso y expectante. Y además, se necesita mucha voz para incluso atreverse con canciones a capella y sin micro y que el respetable rompa en ovaciones y te haga salir dos veces al escenario a regalar bises.
No contamos nada nuevo al afirmar que tras 20 años en la palestra, Rufus Wainwright se ha consolidado como uno de los mejores vocalistas y compositores del panorama actual y que su estilo melancólico a ratos y tormentoso por momentos, cautiva y apabulla a partes iguales. Su carrera le ha llevado a publicar 11 álbumes, dos óperas no muy bien recibidas y multitud de colaboraciones con artistas de primer nivel, además de ser el primer cantante en lograr realizar cinco conciertos en la Royal Opera House de Londres.
Con cierta sobriedad y vistiendo una americana chillona de rayas doradas y negras saltó al escenario, saludó brevemente y sentado al piano arrancó con Art teacher y Vibrate. Desde ese momento la voz llenó el teatro. Esa voz. Capaz de llegar a tonos insospechados, registros múltiples, juegos de dobles voces y ese rasgado a tiempo que pone los pelos de punta.
Alternando guitarras y piano fue desgranando sus temas más conocidos como Jericho, Out of the game o Complainte de la butte que interpretó para la banda sonora de la película Moulin Rouge. Presentando cada una de las canciones en inglés y contando anécdotas sobre masajes en Barcelona, viajes a París y Berlín o el encendido de velas en iglesias, Rufus se sentía como Judy Garland en el Mago de Oz con sus zapatos mágicos con los que controlaba los pedales de las guitarras acústicas.
También hubo tiempo para presentar varios temas de su nuevo trabajo que verá la luz la próxima primavera con el título Unfollow the rules, destacando una nostálgica y preciosa Only the people that love y la por momentos histriónica Early morning madness.
Por supuesto no podían faltar las canciones del idolatrado maestro Leonard Cohen, sonaron Marianne y So long y el cierre habitual al piano con una respetuosa y sublime interpretación de Hallelujah.
Público apasionado y entregado desde el primer momento, riendo los chascarrillos y ovacionando las interpretaciones de un Wainwright que, por tercera vez en Málaga, no defraudó.
Ficha técnica
Rufus Wainwright. Voz, piano y guitarra