Teatro Cervantes.23/09/2012
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Daniel Pérez / TC
Corrían las 6 de la tarde del domingo y la entrada del Teatro Cervantes era un hervidero transgeneracional de nietos, hijos, padres y abuelos con ganas de presenciar el homenaje que Javier Ojeda había preparado a Pepa Flores para el goce de todos los malagueños.
Las máscaras con el rostro de Marisol que repartieron a los asistentes en la entrada presagiaban la fiesta que les esperaba dentro. Artistas de “todo pelaje”, en palabras del propio Ojeda, cómicos y proyecciones audiovisuales hicieron que el espectáculo trascendiera del mero concierto y pasara a ser un evento multidisciplinar con un único objetivo, poner en alza la figura de la poliédrica artista malagueña.
Javier Ojeda, omnipresente toda la noche, abrió el concierto con una Cabriola enérgica apoyado en una banda base que respaldó con solvencia a casi todos los artistas que pasaron por el escenario. A la batería estuvo el siempre fiable y contundente Miguelo Batún, y completando la rítmica Miguel Paredes, quien también se encargó de secuencias y coros. En la guitarra eléctrica estuvo Antonio Gil haciendo gala de un sonido limpio y elegante como su Fender negra. Al saxo (menos de lo deseable), flauta y teclados, Roberto Cantero, mientras Víctor Vallejo puso la trompeta y más teclas. Los coros, las palmas y otros instrumentos siempre en su sitio corrieron a cargo de Nando Hidalgo.
En este punto se escucharon quejas desde el público que pedían menos decibelios en la sala. Y no les faltaba razón, se sigue confundiendo un sonido compacto y potente con un exceso de volumen que, dicho sea de paso, consiguió corregirse mediado el concierto.
En estas llegó el turno de la joven Gema Cuellar con Mañana marcharé a la que siguió la Niña de Juan Antonio Muriel, aires de brasil en la voz madura del cantautor. Aurora Guirado nos dejó una sentida interpretación de Ven, ven y a su llamada acudió el trío teatral Caramala que con humor e ingenio hicieron un repaso por la vida de la musa malagueña desde su etapa como niña prodigio, pasando por el icono pop para acabar en la Marisol más hippie. Para la primera aparición de Toni Zenet el escenario se convirtió en un improvisado tablao flamenco con dos sillas de enea. Zenet fue fiel a su personaje en Samba de mi esperanza acompañado a la guitarra de José Taboada. El pop más indie llegó con La cena y El cochecito, una pena que no se apreciase la voz principal. Volvió la banda con María Lozano que sacó su torrente de voz para saludarnos con su Hola, hola y una versión del Dile que vuelva que arrancó una estruendosa ovación. En La tarara se gustó la banda con unos elaborados arreglos para acompañar a Nuria Martín. Irene Lombard aportó su glamour y prodigiosa voz en Bosa nova junto a ti, de lo mejor de la noche.
Llegó entonces el vídeo Corazones contentos a modo de entreacto en el que deportistas como Joaquín o Berni, músicos como Pablo Alborán o Pasión Vega, el propio alcalde que allí se encontraba y otros muchos artistas y personajes de la sociedad malagueña cantaron, con más o menos acierto pero siempre con buen talante, la susodicha canción de Marisol.
Y aún quedaba mucho por ver y escuchar: la magnífica voz flamenca de Genara Cortés, arropada por Fran Vinuesa a la guitarra, Las Primis de Málaga con Mami Panchita, Dry Martina con una fresca y dixie Muchachita en la sugerente voz de Laura Insausti, y la vuelta de Zenet esta vez arropado por la banda en Me conformo. El escenario se volvió kitsch con Paula Gaviño y su personal y rockero acercamiento a Corre, corre caballito y su séquito surrealista And The (elefantes, cristos de Borja y otros personajes inverosímiles deambularon en las tablas). Little Pepe y Gordo Master pusieron voz a una reggae-rapera versión de Tu nombre me sabe a yerba bien defendida por la pareja. Se acercaba el final y con él una de las actuaciones más emotivas de la noche: Celia Flores, hija de la homenajeada, acompañada a la guitarra por Ramón Barranquero y el resto de la banda cantó Háblame del mar marinero en un tono un tanto incómodo para su registro.
Antes del colofón de una jovencísima y talentosa Ana Mena y su Tómbola y el final con todos los participantes al alimón, Javier Ojeda y Laura Insausti fundieron sus voces amigas en Estando contigo.
Fue un merecido homenaje a una artista internacional nacida en nuestra tierra que prefirió mantenerse al margen y que, como bien dijo Ojeda, tiene agallas para decidir ser “no famosa”.