Texto y fotos: Alfonso Urdiain Hermoso de Mendoza
Primicia: la mayoría de la plantilla de la Orquesta Filarmónica de Málaga quiere un nuevo director para la próxima temporada.
Según una reciente votación, solo el 25 % de los músicos desea su continuidad.
La orquesta malagueña es la principal institución musical de nuestra capital. El alto nivel alcanzado por los maestros y su compenetración como grupo la situan en el primer plano nacional y la convierten en una joya que debemos cuidar entre todos.
En los próximos meses se decidirá por el Consejo de Administración del Consorcio formado por representantes de la Junta de Andalucía y del Ayuntamiento de Málaga, la renovación -o no- del director artístico, quien parece no tenerlas todas consigo.
La elección del líder de la formación es una cuestión fundamental, no olvidemos que una orquesta moderna en su esencia es eso: un grupo de maestros coordinados, liderados, motivados, inspirados y aunados por una batuta.
Los músicos deben sentirse a gusto -y exigidos- con su director y con la música programada. Deben creerse partícipes y confiar en él, quién además de ser su batuta debe ser su espuela e inspiración, además de juez, confesor, compañero, amigo y padre según los momentos. Sus dotes musicales y escénicas deben combinarse con otras sociales y psicológicas. En este ambiente es donde la magia de la interpretación excelente de la música debe nacer.
El pasado miércoles 9 de enero, el 70% de la plantilla votó que no deseaba que Edmon Colomer fuera renovado como director titular de la formación. La votación (con voto secreto) fue convocada por el comité de empresa y tuvo un 96% de participación de los maestros fijos presentes; un total de 58 votos de los cuales 40 (70%) se decidieron por el cambio, 15 (25%) por la permanencia y 3 (5%) se presentaron en blanco. Los resultados de esta votación se han puesto en conocimiento de la gerencia para su consideración por el consorcio, ya que no son vinculantes.
Debemos recordar que en el seno de la orquesta se vienen planteando algunas críticas a la labor como programador y director de Colomer, además de seguir planeando las sombras de enchufismo y acoso laboral con las que terminó el pasado año (ver el artículo Habla la Filarmónica). El ambiente se percibe enrarecido por la mayoría de los maestros, y buscan aire fresco. Esperan que una nueva batuta logre frenar la alarmante bajada de abonados y espectadores en los últimos años.
Una parte de los profesores confían en que un nuevo director aporte, además de un buen nivel musical, una mayor justicia y transparencia en los nombramientos y contrataciones. Añadimos a ese deseo de trasparencia también las cuestiones económicas, ya que se desconoce cuanto cobra oficialmente Colomer aunque se habla de un suculento sueldo de director artístico, y más de diez mil euros cada semana que dirige un concierto de temporada o extraordinario, hagan cuentas, un sueldazo que no se justificaría por los resultados obtenidos ni por su perfil. Esta falta de transparencia en los emolumentos también se produce en otros cargos de confianza, como el Gerente de la OFM y JOBA.
Entre los activos que Colomer ha aportado a la orquesta durante este tiempo está la profundización en el repertorio contemporáneo -del que es buen conocedor-, haber abierto nuevos espacios escénicos como el Auditorio de la Diputación, o el institucionalizar las conferencias previas a los conciertos “una hora con el maestro” que apoyan la labor divulgativa.
Ante una previsible no renovación de Edmon se plantean dos escenarios: o no tener un director titular, funcionando con directores invitados como ya se hizo en el año pre-Colomer, o buscar un buen sustituto, que parece lo más deseable.
Se apunta a una posible solución “local” que tuviera un coste comedido y un indiscutible arraigo a nuestra ciudad, arraigo que Edmon nunca ha tenido, por decisión propia.
Los nombres que están empezando a sonar son el genial Arturo Díez Boscovich, el laureado Francisco José Martín Jaime y el entusiasta Diego González Ávila; tres “batutas blancas” (jóvenes promesas del atril) que podrían tener una extraordinaria implicación y proyección profesional junto a la Filarmónica, con una buena aceptación entre los aficionados.
Una acertada elección en cualquiera de los casos, y meritoria, ya que lo interesante es descubrir potenciales grandes directores no ya a directores consagrados. Que la orquesta ayude a hacer grande al director y así crecer juntos. La Orquesta de Los Ángeles no tuvo ningún mérito contratando a Gustavo Dudamel pero sí la Sinfónica de Gotemburgo, quien puso en valor su singular talento.
Otra opción sería conseguir un director consagrado que aportara relevancia internacional. No estoy muy al tanto de los cachés internacionales pero creo que hasta al mismísimo Gergiev le gustaría dirigir nuestra formación por lo que parece cobrar el actual titular. Siendo menos ambiciosos, también existen excelentes profesionales nacionales y extranjeros seguro gustosos de tomar la batuta de la Filarmónica.
Incógnitas que se irán resolviendo a lo largo de este año.
No es este el único reto al que se tiene que enfrentar la orquesta en un futuro próximo si no que necesitarán aguante e imaginación para solventar los recortes económicos actuales que les han llevado a minimizar el personal -tanto de músicos como conserjes-, buscar una nueva sede gratuita para sus oficinas o incluso cerrar el local de ensayos salvo lo imprescindible, dificultando las prácticas individuales y grupales, en especial de los grandes instrumentos de percusión, viento o arpa, cuestión en vias de solución en calle Palestina.
En el horizonte también se vislumbra asumir el eterno proyecto del Auditorio en una coyuntura económica desfavorable.
Desde Aforo Libre deseamos que las decisiones que se asuman en un futuro refuercen nuestra orquesta, un bien cultural patrimonio de nuestra ciudad que merece nuestro reconocimiento y apoyo incondicional.
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Réquiem malagueño, Opus Colomer
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