Texto: Javier titos García | Fotos: promocionales web
La tercera película de Robert Eggers cumple como atractiva cinta de acción en la que se han notado, demasiado, tanto la mano como las tijeras del estudio; sobre todo en el montaje, en una película llena de fantasmas que avisan por dónde habrían podido ir los tiros en otro tiempo, en otra galaxia, en otro plano. No me aburrí, pero tampoco consiguió apasionarme.
¿Lo que me pasa con The Northman? A Eggers hay que exigirle. Punto. Con coherencia y sin aspavientos. Pero hay que exigirle. Es de necesidad y de justicia exigirle cuando, tras dos primeras películas magníficas, nos deja con la miel en los labios, así, de esta manera. The Northman es gratamente excesiva, obsesiva y perfeccionista en su arte y diseño de producción, absorvente la fotografía de Jarin Blaschke, la buenísima música de Robin Carolan y Sebastian Gainsborough; los paisajes, lo atávico, el folclore, lo aparatoso y sin embargo el todo en la mano, bajo control; el sello de autor destellando: instantes fusilados por un tráiler facilón… Pero lo que de seguro iba a ser originalmente un viaje mucho más inmersivo en lo psicológico y lo sobrenatural, a través de los oníricos retablos vivos a los que el director nos tiene acostumbrados, ha acabado convirtiéndose en una película correcta, ni más ni menos, de magnífica factura técnica, a la que las manos largas del estudio y la falta de carisma de su protagonista han hecho un flaco favor. Podía haber sido impresionante.
Ya desde que salió el tráiler tuve miedo de que lo único interesante que pudiera aportarme lo nuevo de Eggers apareciera ahí, en el tráiler; y es una de las sensaciones nefastas con las que salí del cine: confirmarlo. Ya en las comparecencias con prensa, a Eggers le pintaba la cara a puñalaítas por la espalda. Que si se había llegado a un equilibrio de entendimiento perfecto con el estudio, del que había salido muy satisfecho, y carrastrás, carrastrás… Han debido pasar demasiados elefantes por el ojo de tu aguja, Robert, sí o sí; y bueno, se juega con los gigantes a la sombra de los gigantes. Nada nuevo bajo el sol.
Uno de los principales problemas de The Northman es su propia concepción como película tipo por parte del estudio. Se aprecia en los trailers, en la estrategia de comunicación, el material de promoción, posters y demás… Se estaban generando unas expectativas difusas que en mi caso solo respaldaba el genio de Eggers. Una película no tiene que ser mala para decepcionarte; al final todo depende de lo que tú como espectador esperes. Yo, en mi caso, esperaba mucho más del Eggers que va rebanándote durante un metraje completo el seso junto al de sus personajes, el que funde el mundo de lo ordinario y lo extraordinario hasta conseguir que no sepas muy bien en cuál te encuentras. Eso, se intuye en la película. Se atisban los fantasmas a los que me he referido antes; estelas de caminos narrativos, todavía dotados de más plasticidad si cabe al extenderse en el tiempo, por dónde podría haber ido el asunto. Las influencias y homenajes están tratados en su mayor parte con corrección. Desde el olor al Nietszche más wagneriano de Excalibur de Boorman, el Conan de Milius y Los Nibelungos de Fritz Lang, pasando por la claustrofobia folclórica, amoral y ultraviolenta de Valhalla rising de Nicolas Winding Refn. La historia es el origen legendario del drama teatral más famoso de la historia de la Humanidad, se ha rodado con respeto, ganas, posibles, y supongo que habrá a quién le haya parecido la obra maestra que ya se vocifera por ahí. No es mi caso, no puedo opinar lo mismo. El montaje, un recurso narrativo capital en el cine que hasta ahora había entregado Eggers, es, en The Northman, un avión puesto en piloto automático; y a mí me hubiera gustado ver la visión de un Eggers sin ataduras ni cuentas que rendir; más elástica en lo onírico, mucho más seca en lo real, bien secuenciadas ambas parcelas, con un pulso menos mecánico y previsible.
El resultado no es malo, todo lo contrario, ojalá se estrenaran más películas así. A mí lo que me pasa, lo que no me deja reposar la sesera, es que esta no es la película de vikingos con la que creí que Eggers nos iba a tumbar de espaldas. Eso, y no otra cosa, es lo que me pasa con The Northman.