Texto: Alba Blanco | Imágenes: web de Bellas Artes
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soy capaz
soy capaz de
soy capaz de adornar
soy capaz de adornar la herida/
Beatriz Ros
Beatriz Ros te mira en silencio. Siempre. Siempre anda pensando. Parecen personas diferentes cuando te la encuentras y te saluda sonriente. Porque Beatriz es varias personas: a veces hielo, a veces sangre, a veces tinta. Y cuando te metes en la sala para encontrarte con sus vídeos en medio de la oscuridad, lo percibes.
Casi siempre tienes la sensación de compartir un secreto con ella cuando ves su obra, cuando contemplas las acciones que lleva a cabo con su propio cuerpo, como una joven Marina Abramovich que escribe poemas. Es, por un momento, formar parte de su cotidianidad. Por eso me siento a desayunar en su cocina, y sé que es zurda cuando mete las manos en el agua, cuando veo cómo escribe flores entre sus piernas con tinta negra, cuando enciende el ventilador. Pero son ilusionismos. En el momento en que entras en la sala y compartes sus secretos, Beatriz ya no está. Ha tomado distancia de su propio cuerpo. Creo entender que utiliza el arte para desprenderse del dolor y tomar distancia. Y eso es quizá lo que más me une a ella. Puede que yo haga lo mismo. A veces.
La herida como evidencia del cuerpo que es sujeto que siente. Y como huella que deja la pérdida, la ausencia. Y adornarlo con poesía y un ritmo lento, sosegado. Cada pieza es un ritual donde Beatriz escribe con agua, tinta o elementos orgánicos. Parece hacerlo a través del gesto, de las manos, sobre el pecho, a la altura del corazón. Y la punzada que te deja va creciendo a medida que avanzas. Primero, el autorretrato en primer plano de su rostro en el que niega y reafirma a un tiempo su identidad. Luego sus manos en movimiento. Los rituales: boca, sexo, pecho; depuración, palabras, flechas. El dolor va haciéndose cada vez más presente e hipnótico. Imposible no detenerse largo rato en 'MissTaken touching heartself', donde Beatriz se araña repetidamente el torso hasta dejarse la piel enrojecida. La delicadeza y el espanto se unen en esta obra. Luego el ritual, la escenificación. Sigue doliendo. Pero al final te encuentras un pequeño colibrí en una proyección circular y no sabes qué pensar. Te detienes por último en sus manos cubiertas de tinta negra. Y vuelves al primer vídeo de la identidad, donde Beatriz se cubre rápida e incansable el rostro con una mano. Y te dispones a salir de la sala como se sale de un sueño, pensando que no has entendido el colibrí. Sin saber muy bien dónde estás. La luz está a punto de cegarte. Y Beatriz Ros te mira en silencio.
Heartself. Beatriz Ros
Sala de Exposiciones de Bellas Artes.
Hasta el 30 de abril de 2014
De lunes a viernes de 10 a 14 y de 16 a 21 horas.