Texto: Alba Blanco Tomás. Imágenes: Cortesía de Galería Taller Gravura
Pocos saben lo que se esconde dentro de los embalajes de cartón y madera que se dirigen a Frankfurt.
Puede que el interior esté repleto de dibujos y algunos aviones, como los de Rafael Alvarado. Aviones que hablan de inmigración y de política internacional. Rostros humanos muy cerca. También otros aviones, los de Paco Aguilar, que sobrevuelan ciudades españolas de antaño, durante la Segunda República. Surcando cielos limpios por encima de las cabezas de hombres y mujeres que posan ingenuamente ante una cámara, sin sospechar que se cierne sobre ellos la sombra de la guerra. Gente que sonríe, niños que juegan, minas antipersona. Y los dibujos a tinta de Sebastián Navas. Sus grupos de individuos que se entremezclan en territorio urbano. Fotográficos. China y España. Por último, el colorido puesto por Chema Lumbreras. Dulce e inquietante. Y otras personas. Animales humanizados. Son obras en movimiento, como otras que por correo aéreo, han llegado a Gravura desde Frankfurt.
El concepto era en principio obra sobre papel. Todos hicieron dibujo. Pero se puede dibujar sobre otros soportes. Delinear sobre cualquier superficie contornos que recuerden figuras. Así que finalmente, el concepto es el dibujo. A tinta, a lápiz, a hilo. Cuatro artistas alemanes que 'dibujan en Frankfurt'. El resultado, obra limpia, frágil, contenidos sutiles que dejan finales abiertos para que el espectador sueñe sobre fondo blanco. Piezas de Jutta Heun, Mariana Raffaela Cerea, Charles Geiger y Line Krom.
Los trabajos de Jutta Heun, que vive y trabaja entre Frankfurt y Frigiliana, son dibujos de figuras humanas en actitud de espera o de reposo. Sobre la hierba. No miran al espectador, pero puede que se sientan observados. Blanco, gris y negro. Y hierba salvaje. Mariana Raffaela Cerea, entre Fridberg (Alemania) y Lugano (Suiza), trabaja sobre las colmenas. Construye marañas de símbolos del infinito, maneras de descifrar el código de las abejas. Charles Geiger, que vive y trabaja en Nueva York, diseña formas orgánicas que, entrelazadas, recuerdan árboles, elementos marinos. Especies de macrofotografías a grafito. En palabras del artista, “paisajes mesoscópicos donde se celebran rituales de rejuvenecimiento y esperanza”. Line Krom, que reside en Frankfurt, emplea el color. Pero un color rabioso, que paradójicamente convive con la austeridad de sus composiciones a hilo. Y el color parece salirse de los bastidores proyectándose hacia el marco. En el interior, sistemas degenerados de hilos que se rompen, se mezclan y desordenan.
Son un grupo de artistas que colaboran juntos. Sus máximas son acercar el trabajo de diferentes artistas de todo el mundo e intercambiar conceptos e ideas. Se encuentran cada seis semanas para hablar de proyectos, exposiciones, búsqueda de espacios. El año pasado tuvieron una exposición en el Bronx Art Space, en Nueva York, y ahora se unen de nuevo para intercambiar una experiencia expositiva con Gravura. Ellos exponen aquí, y cuatro artistas de la órbita del taller malagueño, Rafael Alvarado, Paco Aguilar, Sebastián Navas y Chema Lumbreras, expondrán en breve en el taller galería Kunsthaus am Lohrberg, situada en un precioso jardín a cinco kilómetros del centro de Frankfurt. La relación surge recientemente, de la mano de Jutta Heun y Mariana Martín, gestora del Taller Galería Gravura. Es una iniciativa interesante que en estos lares, al margen de las instituciones, promueve el movimiento de la creación artística. Pues el arte sólo tiene sentido si hay comunicación. No hay arte sin espectadores. Está claro que en una etapa de escaso apoyo institucional en el campo artístico, hay que buscar nuevas vías. Ser centrífugos.