Un amigo indio me contó una vez que cualquier cosa que se dijera de India, por exagerada que pareciera, probablemente habría ocurrido o podría ocurrir.
Texto e imágenes: José Antonio Martín Santos
La frase, dicha en los vericuetos de una conversación de turistas españoles con indio de religión hindú, apuntaba hacia el tamaño y la variedad de situaciones, gentes y culturas que dan para satisfacer todos los tópicos imaginables. Pues lo cierto es que India, sus cosas, sus gentes y sus artistas es un mundo extremadamente rico para la imaginación, el conocimiento y los sentidos. Rico en el color, en las formas, en las gentes. Y con frecuencia sencillo.
Lo sencillo es sinónimo de depurado, de esencial, de concentrado. Cierto es que en India algunas de sus manifestaciones culturales y artísticas históricas parecen sofisticadas, recargadas, incluso abrumadoramente densas en lo decorativo. Pero lo que esconden, en realidad no esconden nada, lo que muestran, es algo cercano, comprensible, directo.
Subodh Gupta (1964) es un artista residente en Nueva Delhi, nacido en Khagaul, estado de Patna. En sus obras aborda pintura, escultura, perfomances, instalaciones. Varios de estos elementos aparecen en la exposición, excelente, que presenta el CAC y que está comisariada por su director Fernando Francés. Centra buena parte de su obra en mostrarnos, a través de objetos cotidianos los elementos vitales de la vida de los indios.
Construye sus obras utilizando como alfabeto expresivo cacerolas, pan, tierra, vasijas, bicicletas, etc., transmutadas a través la sintaxis artística contemporánea en obras que nos hablan de las preocupaciones de los indios.
Los materiales que se emplean son los materiales de la vida común, vasijas de barro cocido, lecheras de latón, usadas unas, refulgentes y nuevas otras. Vieja barca de pesca, tierra cocida. Con frecuencia elementos de pequeños tamaños pero repetidos de manera seriada hasta alcanzar una gran superficie de exposición. No rehuye materiales más nobles, el bronce, cerámicas esmaltadas, pero los reserva para piezas que deben destacar para vincularse con la nobleza de lo representado. Así ocurre en nuestra exposición con los alimentos reproducidos con extrema fidelidad.
La pieza consistente en dos bicicletas con sus recipientes para transportar leche está elaborada como dos esculturas de bronce y cromo barnizadas en cálidos tonos dorados. Titulada “Two cows, 2003-2008” (dos vacas) es explícitamente alegórica al animal sagrado indio, fuente de riqueza para el campesino, símbolo de la fecundidad, bendecido por la buena suerte. Cuidado y respetados por todos.
Un armario (“Alacena de antepasado, 2012”), el recinto donde guardamos nuestros objetos personales, es un cobijo de lo íntimo, de lo familiar. Los enseres domésticos, donde cocinamos, bebemos, transportamos la comida, nos refuerzan el carácter familiar. Somos de donde comemos. La familiar, el grupo íntimo, como reducto esencial del yo, el nosotros como el yo.
La vasija de gran tamaño (“en esta vasija hay árboles”), que almacena los alimentos, se nos presenta alta, elegante, rústica y vieja por fuera. En su interior un tesoro.
La barca (“all in the same boat, 2012-13”): una barca es un instrumento de trabajo y de viaje. Con la barca pescamos, transportamos nuestros objetos, viajamos. La barca nos acoge y nos lleva. La barca densamente ocupada por la inmensidad de objetos, metáfora del viaje de todos los indios, de todos nosotros.
También hay piezas específicamente acusadoras como “Renunciation”, una pieza de 322x654x360 construida a imagen de la montaña de los Budas de Bāmiyān en Afganistán.
Los Budas de Bāmiyān fueron/son dos monumentales estatuas de Buda talladas a los lados de un acantilado en el valle de Bāmiyān ubicado en la Ruta de la Seda. Construidas en torno a los siglos V o VI las estatuas representaban dos grandes budas en una mezcla de arte greco-budista. Fueron reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Sin embargo, en 2001, después de sobrevivir casi intactas durante 1.500 años, el gobierno islamista talibán decidió que estas estatuas eran ídolos, y por tanto contrarias al Corán, ordenando su destrucción. Durante la demolición, el Ministro de Información talibán bromeó sobre la dificultad que representaba la destrucción de las estatuas: "Este trabajo de destrucción no es tan fácil como la gente quiere pensar". A veces los fanáticos aciertan al equivocarse. La montaña afgana, llena de grutas y cuevas fueron ocupadas en el pasado por monjes y ermitaños. Siempre fueron objetos de leyendas de tesoros ocultos. Muchas de ellas conservan las pinturas que hicieron los antiguos monjes budistas que las habitaron. La montaña representada en el CAC, contiene en su interior tesoros. Los contiene literalmente, joyas, cerámicas. Contiene en su interior el auténtico tesoro, el tesoro de la identidad.
Junto a Renuncia una pieza en dos “Óleo sobre lienzo”, Malevich y su reverso, dos lienzos, anverso y reverso juntos, que no lo son. Anverso, blanco sobre blanco constructivismo de Malevich, el reverso bastidor junto a la pared, lo industrial como arte, Duchamp. Pero “Óleo sobre lienzo” son dos piezas de bronce que no lo parecen. En fin, apariencias. De eso hablamos, de inventar universos.
CAC MÁLAGA
c/ Alemania, s/n
29001 Málaga
CAC Málaga. Hasta el 13 de octubre.
De martes a domingo, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas