Textos: José Manuel López Gaona | Fotos: Javier Braojos
Es difícil entender por qué a alguien se le ocurre organizar y mantener un museo. Eso es lo que ha hecho Gonzalo Fernández Prieto. El turco Orham Pamuk, premio Nobel de literatura de 2006, explica que el protagonista de su novela Museo de la Inocencia, tiene una obsesión que lo lleva a inaugurar su museo. Una pasión … Gonzalo no se si tiene una obsesión o es UNA PASIÓN. Él habla de Málaga. Dice que los malagueños tratamos a Málaga como a una madre; eso hace que a veces la olvidemos. El, que no es malagueños de nacimiento, la trata como a una amante, solícito, pendiente a ella en todo momento.
Viene esto a cuento por la ubicación del Museo. Frente a la Iglesia de San Felipe Neri. Ese barrio esta siendo destruido por los progresistas que creen en el desarrollo. Están dejando el barrio como un solar y construyendo hermosas casas, rompiendo con una estética enraizada con la historia y dejando un pedo de cemento. A eso le llaman desarrollo, urbanismo moderno.
A eso me refiero con lo de evidencias jerarquizadas. La primera evidencia es que para construir, previamente hay que destruir. Los urbanistas, promotores, arquitectos, nos han convencido de que su dinero les confiere un plus de razón –la de su dinero, se entiende- que permite desvencijar los barrios y poner en su lugar, cosas mas modernas. Y seguimos adelante, reforzándonos en evidencias anteriores, jerárquicamente superiores, las de los que pegan pelotazos.
En medio de este razonar, aparece un hombre apasionado y arregla una magnifica casa, nos muestra otra idea de la arquitectura –quizás menos rentable, en la inmediatez de tantos fantoches adinerados- y (voila) aparece un museo de fina exquisitez.
Yo lo he visitado dos veces y las dos he quedado impresionado. La segunda nos lo mostró a MYE, Gonzalo. No puedo describirlo, solo invitarles a que lo vean. No se puede ver sin la guía de los Cicerones –gente que guía en los museos- que hay dispuestos.
Allí verán hermosísimas copas de cristal y vidrio. Bohemia y la isla de Murano. Sabrán de su importancia cuando les expliquen la historia y el por qué de cada una. Pero las piezas no están huérfanas, están inmersas en todo el mobiliario de las habitaciones donde se usaban. Podrán encontrar las mesas que adornaban, los retratos de quien las poseían, los sillones del siglo XVIII que decoraban las estancias. Y verán pianos, y vitrinas… incluso –no se lo pierdan-un tocador de hombre. Obvio; en el XVII los hombres usaban pelucas y necesitaban su tocador para vestirlas.
No estoy seguro de haber trasmitido el momentazo de sumergirme en ese museo. Tiempos de una burguesía malagueña –en ocasiones- que existió y vivió y ahora se nos muestra. Es un retrato costumbrista de artes decorativas. Pero donde las piezas obtenidas en distintas subastas en Sotheby’s tienen un valor muy importante, no solo valor histórico.
Las jerarquías de nuestras evidencias deberían ser revisadas y el Museo del Vidrio es un buen sitio para pensar y replantearse algunos aspectos relacionados con el urbanismo tardo-franquista desarrollista de Málaga. A la vez disfruten del ambiente de buen gusto y decoración del Museo.
Museo del vidrio y del cristal
Plazuela Santísimo Cristo de la Sangre, 2 (Antigua Calle Gaona, 20)